En el idílico paseo de la Ermita, y en la noche del 26 de septiembre, el ‘I Concierto conjunto de la Agrupación Musical de Blanca y la Agrupación Musical Santa Cecilia de Abarán’, resultó todo un éxito artístico y de afluencia de público, con más de un centenar de músicos sobre el mismo escenario de manera conjunta y aunando sus instrumentos para seguir cultivando la música de la manera tan sofisticada que pudieron demostrar en este concierto.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que fue un concierto brillante, con una primera parte dirigida por el abaranero Leonardo Carrasco en la que pudimos disfrutar de obras como Rodolfo Molina, del compositor y miembro de la Agrupación Musical de Blanca, Diego Molina Piñera, o La gazza ladra (La urraca ladrona), del compositor italiano Gioachino Rossini, una obertura que aparece brevemente en la película La naranja mecánica de Stanley Kubrick y que ha sido incluida en diversos anuncios de radio y televisión.
La batuta del director de Abarán acompasó también Pilatus: Mountain of dragons, de Steven Reineke, pieza que ya pudimos escuchar en el Festival de Bandas de Música ‘Villa de Abarán’, aunque, esta vez, la mayor amplitud de intérpretes nos hizo saborear este poema sinfónico desde otra perspectiva, destacando la maravillosa e intensa interpretación que hicieron todos los componentes de ambas bandas, pero no podemos dejar de acentuar el increíble trabajo que realizaron en sus correspondientes solos Esther Pons, poseedora de una dulce personalidad que la lleva a interpretar sus solos de flauta con una maravillosa naturalidad digna de admirar; Jesús David Miñano, con una sensibilidad innata a la hora de tocar su saxofón; y dos de los más jóvenes integrantes: Víctor Carpena (bombardino) y Víctor Molina (trompa), a quienes auguramos un brillante futuro del que esperamos ser testigos.
Mención aparte, cabe destacar la intensidad en la dirección de Leonardo Carrasco, una intensidad que está consiguiendo transmitir a sus músicos y que, evidentemente, el público también recibe cuando está ante ellos.
Ya en la segunda parte de la actuación, el director de Blanca, Víctor Cano, nos sedujo con sus elegantes maneras iniciando su intervención con Davisín, del compositor abaranero David Templado, una obra habitual que nunca falta a su cita en las fiestas patronales.
Acto seguido, la interpretación de Overture to a New Age, de Jan de Haan, no dejó indiferente a nadie, con la joven clarinetista María Molina, componente de la banda vecina, cumpliendo a la perfección con la cadencia maestosa y la solemnidad de esa parte, al igual que Cristina Pons, al oboe, dejándonos unos solos magníficamente cultivados.
Finale, de la IX Sinfonía de Antonín Dvorak puso la guinda concierto, con una propulsión rítmica dinámica y, sobre todo, una melodía atractiva y memorable.
Por último y como colofón, sonaron en el paseo de la Ermita los pasodobles Camino de Rosas y Agüero, ambos de José Franco.
En resumidas cuentas, el público, que en gran número se dio cita en este festivo concierto, pudo deleitarse con dos partes musicalmente distintas, en las que los acordes fueron marcados al ritmo de cada uno de los directores, dejando constancia de una exquisita conexión musical de los componentes de una y otra banda unidos en un todo, y de que «cada nota en un acorde es una voz que quiere mudarse a algún lugar».
Alba Molina (texto) / Jaime de Flores (fotos)





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