Por la puerta grande

Lo primero que tengo que afirmar es que sólo he hablado una o dos veces con Ángel Bernal y no lo puedo considerar, por lo tanto, una persona de mi círculo de amistades.

Aclarado esto, me parece de justicia, como abaranero, expresar el reconocimiento a la impecable labor que, como empresario de nuestro coso taurino, ha realizado en nuestro pueblo en los más de 30 en los que se ha hecho cargo de su gestión.

Evidentemente, cuando en ese ya lejano año de 1989, se hizo cargo de esta Plaza, como buen empresario, haría cuentas y buscaría el beneficio económico que le reportaría. Sabría de la afición taurina de este pueblo, calcularía la capacidad de la plaza, los gastos que conlleva cada espectáculo y, después de esto, se lanzaría a esta aventura viendo una perspectiva económica favorable.

Pero, poco a poco, Ángel Bernal se fue encariñando con este pueblo, fue adentrándose en nuestras fiestas, fue disfrutando de nuestra puesta de carteles, de nuestro ambiente septembrino, y se fue convirtiendo en un abaranero más, un hijo adoptivo de este pueblo, un pueblo que también ha sido agradecido con él y ha respondido muy positivamente a su programación taurina y hasta lo nombró pregonero de la feria de 2012, y todo ello porque este empresario ha demostrado en este tiempo ser hombre de exquisito y afable trato personal y, en lo empresarial, de una gran honestidad y generosidad, cualidades que ha demostrado en la conformación de unos carteles de lujo impropios de una plaza de tercera como la nuestra que, gracias a él, ha mantenido esa fama de ‘la de más solera de la región’.

En esta labor ha encontrado desde el principio un colaborador fiel y resolutivo en José María Fernández, así como un gran afecto y cariño en su familia, y eso ha sido también otro factor importante para que él se volcara en esta plaza.

Pues, a pesar de todo esto, la realidad a día de hoy es que Ángel Bernal deja de regentar nuestro coso taurino, pues ni él ni nadie ha concurrido al proceso de nueva adjudicación. Y esto abre una serie de interrogantes y dudas sobre la corrida del día 27 que, es sin duda, se sea o no aficionado a los toros, desde tiempo inmemorial, uno de los cimientos de nuestra feria junto con la procesión del 26 y que, por lo tanto, no debe faltar en la programación, algo a lo que se comprometió el concejal de Tradiciones, Jaime Tornero, encargado del tema.

No conozco los entresijos de esta situación pero, sin ser yo un experto en temas administrativos, creo que, junto a consideraciones económicas o de otro tipo, debe valorarse en la adjudicación de un servicio municipal la experiencia y la trayectoria de cualquier solicitante y, en este punto, muy pocos podrían garantizar la estabilidad y la solvencia que se ha demostrado en estos últimos treinta años, algo que el propio concejal reconoció afirmando que ‘Ángel Bernal es un señor de los pies a la cabeza’.

Toca ahora, a corto plazo, gestionar la celebración de la corrida de este año, que no es tarea fácil, pues va a ser complicado encontrar alguien que apueste tan fuerte por dar un espectáculo de calidad como lo ha hecho siempre el empresario saliente y ojalá se encuentre.

Pero, tan importante como eso, es mirar a largo plazo y procurar estabilidad y continuidad a la gestión de esta Plaza, pues es la mejor garantía de que esa ‘solera’ no se va a ir diluyendo con el tiempo.

Muy cerca ya de las fiestas septembrinas, no podemos caer en el derrotismo y debemos confiar en la capacidad de gestión de nuestros representantes municipales y en que acertarán en la solución de este tema complicado de una manera justa y realista, y queremos confiar también en que este adiós de Ángel Bernal sea un hasta luego y que, tras este paréntesis, las aguas volverán a su cauce. Por lo pronto, creo que en la inmensa mayoría de los abaraneros y aficionados a este arte queda la sensación de que, siguiendo el argot taurino, este empresario sale de nuestro pueblo ‘POR LA PUERTA GRANDE’, como lo han hecho, a lo largo de estos 30 años, tantos afamados diestros de nuestro coso taurino después de memorables faenas.

José S. Carrasco Molina