La música al final del desfile
Los desfiles procesionales son todo un conjunto de sensaciones y motivos donde se conjuga lo artístico con lo religioso, lo musical con lo decorativo, donde se dan la mano imágenes, flores, sonidos, luces…en una combinación que traspasa lo puramente religioso, aunque no hay que olvidar que esto es su raíz y razón de ser.
Nuestras procesiones sacan a la calle esas imágenes que nos dibujan plásticamente los misterios más importantes de la fe cristiana.
Es evidente que ponemos nuestros ojos fundamentalmente en cada uno de los tronos, en la belleza de sus imágenes, en la originalidad y brillantez de sus arreglos florales, en los torneados de la madera del anda que sirve de base a las esculturas. Antes de ellos, oímos a esas bandas de cornetas y tambores que, tras muchas noches de esfuerzo, por fin tienen la posibilidad de mostrar a todos en la calle el fruto de tanto ensayo.
Pero toda procesión tiene un colofón, un cierre que en ocasiones puede para desapercibido pero que es el mejor broche, el más adecuado epílogo que el desfile puede tener y es el sonido de la Banda de Música, tras la cual ya no hay nada, ha acabado todo.
En nuestro pueblo, como en la mayoría, es la imagen de la Virgen en diferentes advocaciones la que cierra la sucesión de tronos que comienza con el Niño. Pero a esa imagen de la Virgen de los Dolores o la Soledad o la Esperanza o la Amargura le faltaría algo si no se escucharan tras de ella los compases de esa Banda de Música que con sus marchas pasionarias ponen el toque final artístico y entrañable a cada procesión.
Día tras día suenan Nuestro Padre Jesús, Mektub, Callejuela de la O, La Caída, Solemnidad o tantas otras que también han exigido horas y horas de ensayo para ser perfiladas y colaborar a la grandeza y valor de nuestros desfiles. No es tarea de una semana ni de un mes la preparación de estas marchas, es un trabajo callado y oculto que exige muchas renuncias a un tiempo de diversión por parte de sus componentes, todos en una edad en la que hay tantas tentaciones para llenar las horas de ocio. Tras de ellos, también muchos padres y colaboradores que aportan ilusión y trabajo para que se cumpla cada compromiso y se esté presente donde haya que estar.
Y la presencia en nuestra Semana Santa de nuestra Banda de Música es tan imprescindible como lo es en Navidad o especialmente en nuestra feria septembrina. Pocas asociaciones de nuestro pueblo contribuyen tanto a dibujar nuestra identidad, a remarcar el perfil de lo abaranero, a potenciar nuestra idiosincrasia como pueblo.
Es por ello por lo que se merece el reconocimiento y agradecimiento de todos los que habitamos este rincón del Valle y el apoyo de quienes sentimos y apreciamos este pueblo cuya alma es un conglomerado de paisajes, ritos, personajes,…y también de música, de notas y compases distribuidos en pentagramas que marcan la geografía de nuestro pueblo como nuestras sierras, nuestras norias, nuestra ermita o nuestro río.
José S. Carrasco Molina (Cronista Oficial de Abarán)





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