Bajo la firma de la periodista Alexia Salas, el diario 'La Verdad' publica una curiosa entrevista de la que es protagonista una abaranera: Elisa Isabel Martínez Marín, ex-modelo, Miss Murcia 1977, famosa dj en La Manga, motera de Harley y animalista. Nuestra paisana, que aparece en una fotografía en la que se la puede ver junto a su familia perruna -animales todos ellos recogidos de la calle-, sorprende a 'Propios y extraños' (así se llama esta sección veraniega del periódico), con declaraciones tan sorprendentes como «soy un poco bruja y he visto las caras de los muertos que necesitan luz», relata Ely.

La reina madre de la noche
- Le han tatuado a Ely los cuatro puntos cardinales en el abdomen para la radioterapia. Precisamente cuando ya no puede perderse, porque en el embudo de La Manga solo puede decantarse entre el norte y el sur. No la alcanza nadie a Ely, que ha decidido huir hacia dentro, a la república de su hogar de perros adoptados y pájaros domésticos pero sin jaula. Verán a Ely paseando por la sombra de las palmeras de la plaza Bohemia, porque su oncólogo no la deja brillar al sol con su larguísima melena rubia de Miss Murcia 1977. La verán empujando el carrito de su familia perruna, tan flacos todos como ella, con la mirada desvalida de ella, como si acabaran de librarse de un cautiverio.
Del ramillete de cabezas menudas asoma Queca: «Era puro hueso cuando la recojieron de un cubo de basura en Hellín. Tiene cataratas, la pobre, con 15 años», acaricia Ely a uno de sus chihuahuas. No es el más longevo, ya que el abuelo es Queco, otro par de ojos saltones y atormentados: «Le doy medicamentos para el corazón».
A Chiquitín lo dejaron tirado en la carretera de El Algar y a Nanú la encontró muerta de miedo al género humano bajo un coche en un aparcamiento. A César, otro canijo peludo, le enardecen las canciones de amor, y aúlla con sentimiento cuando le cantan 'I love you'. Todos duermen juntos en la cocina de Ely junto a «la pajarita de las nieves, que entra y sale cuando quiere, y los dos agapornis, que se posan a desayunar en sus propias tazas de alpiste», presenta la madre adoptiva a su prole. Su asociación Corazones Peludos conecta a animalistas de toda España que apoyan el cierre de las perreras para abrir casas de acogida.
El apego por los bichos desclasados le viene a Ely de lejos: «Tuve un nido de ratoncitos hasta que mi madre puso el grito en el cielo, pero me los llegué a llevar conmigo en avión con unos trocitos de queso». Sus brazos nunca han exigido pedigrí. Más bien se abren y amparan a los desarrapados. Los acaricia y siente su temblor, como con los humanos, «porque soy un poco bruja y he visto las caras de los muertos que necesitan luz», asume. «Nieta de las brujas que no pudisteis quemar», cantaban Los Chikos del Maíz.
De cara al público, Ely fue más hada que bruja. La niña ligera como una hoja que comenzó en su Abarán natal «recogiendo uva y cargando cajas en camiones de madrugada», le echó coraje ya antes de marcharse «a Mataró con 14 años a la recogida del crisantemo». Después se desdobló mil veces para ser modelo de zapatos y de peluquería, relaciones públicas, camarera de día y dj de noche, o motera de Harley, hasta que se convirtió en el icono musical de la discoteca Pachá de La Manga, tal como la recuerda el imaginario de esta península costera. Allí se hizo más bien hechicera: «Pinchaba funky, house y pop, bajaba a poner copas y movía los vinilos con los pies. La gente bailaba en las barras, venían famosos y llenábamos hasta los topes».
Durante la madrugada reinaba Ely en la cabina dando voz a Alaska y Radio Futura, The Cure y Metallica hasta que al alba volvía a hacer girar 'El bolero de Ravel'; como despedida «y entonces se llenaba la pista de nuevo y no había manera de echarlos», recuerda ojeras memorables.
La corona del Cristo en la sierra del Oro
A la reina de la noche ya no le vale la vida de noctámbula acróbata. Sigue empeñada en restar las cuentas del sufrimiento allá donde mira: «Una vez me subí al altar de la iglesia de la Sierra del Oro, de Abarán, y le quité al Cristo la corona de espinas para que no padeciera más. La escondí bajo el manto de la Virgen, y el cura se volvió loco buscándola. Ahora han puesto cámaras de vigilancia y una alarma», confiesa su travesura.
A Ely podría llevarla uno de esos soplidos de levante que barren La Manga a traición, pero la que fue Miss Fotogenia, Miss Simpatía y Miss Pantera Rosa, lleva unos plomos invisibles en los pies que la amarran a tierra: «De los cánceres he vuelto más fuerte. Yo soy mi propia máquina. Dejé el tabaco y me estoy recuperando pronto», se reafirma la reina de las luces de colores: «Nunca tuve miedo a nada», concluye.








Maite | Miércoles, 01 de Agosto de 2018 a las 17:11:08 horas
Quien la conoce se enamora de su alma blanca y de su bondad!!
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