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¿ETERNO DESCANSO?

Álvaro Carpena / Redacción Lunes, 01 de Noviembre de 2021 Tiempo de lectura:
Plano de la facha del Cementerio de Abarán (Año 1885)Plano de la facha del Cementerio de Abarán (Año 1885)

 

Dice el refranero que noviembre y enero tienen buen tempero, e incluso, que si sus primeros días comienzan bien, confianza en él habremos de tener. Pese las temperaturas que nos vienen acompañando, noviembre es del estío obligando a sacar abanico o resguardarnos del frío, pero también y como ha de suceder, entra por Todos los Santos y Sale con San Andrés.

 

Son días de visitas silenciosas ante claustrofóbicos habitáculos donde el recuerdo desplaza al olvido. Los crisantemos desean que la tierra haya sido leve y un mocho cubierto con una bayeta consigue retirar el polvo como único testigo del paso del tiempo. Nuevamente, un epitafio nos recibe en el camposanto recordándonos que en ese umbral se acaban los placeres y vanos gustos principiando la gloria de los justos, si bien y a nuestra salida, deseamos que los que allí reposan dispongan de tanta gloria como paz dejan.

 

Sin embargo, no siempre el recinto del Sagrado Corazón ha sido lugar de paz y sosiego apareciendo el primer gran conflicto mortuorio del S. XX abaranero en 1903 cuando habiéndose dado por concluido la construcción de un osario tras la instalación de su techo, el gobierno municipal volvería a recordar a los familiares de los restos trasladados desde el cementerio de la Era entre el 23 de agosto de 1892 y el 1 de junio de 1901 que de no adquirir en propiedad una fosa o nicho para nuevos enterramientos, de seguir utilizando las parcelas colindantes para mantener la proximidad familiar se producirían exhumaciones.

 

Dicha amenaza no llegaría a cumplirse, pero también y pese las delineaciones efectuadas por el arquitecto D. Justo Millán el 1 de marzo de 1885 para distribuir en el camposanto desde ocho majestuosas parcelas destinadas a construir mausoleos hasta dos sectores de fosas infantiles de noventa y seis tumbas cada una, el conformismo de operarios como de autoridades civiles y eclesiásticas daría lugar a un cúmulo de construcciones desordenadas hasta el extremo de que unos descubrían restos humanos en sus parcelas y otros construían panteones en sitios distintos, ante lo cual, el propio regidor Yelo Valentino llegaría a comprobar en 1914 cómo quedando por vender el 60 % del recinto (ascendiendo a un total de 3 500 pesetas), éste se encontraba prácticamente ocupado requiriéndose de una ampliación.

 

Conscientes de dicha situación y en previsión de tan inusual contexto de ocupación funeraria, otras disputas tendrían lugar con respecto a la denegación  a propietarios para elevar fosas con bordillos de veinte centímetros en evitación de embalsamientos de agua o la propuesta inédita de D. Domingo Tornero Gómez allá en 1903 por rodear su parcela con una verja debiendo ser modificadas dichas medidas el día de la instalación pues durante su tiempo de confección hasta tres enterramientos colindantes invadirían su propiedad..

 

 Así mismo y atendiendo al deplorable estado de abandono de la zona destinada a enterramientos civiles habría que esperar al 19 de junio de 1910 para que en el número 3 del periódico “En Marcha” el Círculo Republicano de Abarán lanzase un nuevo llamamiento al alcalde en atención a la amarga situación vivida durante el entierro del bebé de once meses Alfredo Piñero Carrillo y es que, precedido por once agónicos días de diarrea, el director del camposanto D. Cayo Molina llegaría a amenazar a los presentes con trasladar el cadáver en caso de que el pequeño no se encontrase bautizado pues, hasta entonces y ante las malas condiciones de un cementerio civil definido textualmente como cochinera, muchos preferían dar sepultura en zona religiosa aprovechando que el enterrador (con aparentes problemas de visión y comprobado analfabetismo) no siempre podía distinguir en la papeleta si la firma correspondía al juez o el párroco.

 

Pese a todo ello, dicho recinto sufriría nuevas ampliaciones y delineaciones llegando a emplazar auténticos monumentos funerarios al tiempo que los derechos de sepultura evolucionarían desde las dos pesetas para adultos o una para párvulos a un nuevo sistema monetario, bajo el cual y especialmente en esta festividad de Todos los Santos, justo cuando salimos del camposanto y echamos la mano al bolsillo volvemos a ser conscientes sobre lo efímero de lo material al tiempo que entre escombros y desde la zona más antigua de aquel recinto parece martillear en nuestra consciencia “que el tiempo todo os lo pague”.

 

   Álvaro Carpena Méndez

      (Centro de Estudios Abaraneros)

 

 

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