
Su nieta Laura definió de manera acertada y en apenas cinco minutos al término de su entierro en San Pablo la trayectoria humana, familiar, social y laboral de Martin López Martínez (Abarán, 1931), que falleció el pasado martes, todavía con la mente puesta en la muerte de su esposa Rosa, ocurrida el 18 de octubre de 2021.
Tercero de cinco hermanos -solo quedan dos, Luis y Miguel-, Martín y Rosa contrajeron matrimonio el 16 de mayo de 1956 en la misma iglesia en la que fue despedido por más de doscientas personas, fruto del cual nacieron tres hijas y dos hijos que les proporcionaron diez nietos y cinco biznietos.
Si hay alguna palabra que define mejor a Martín es el trabajo en sus más diversas facetas. Casi toda su vida laboral la desarrolló en los desaparecidos Laboratorios Hortel que fundara Pedro García Carrillo. Allí permaneció desde su apertura en 1948 hasta su cierre en 1987 como encargado de la fabricación de productos sanitarios. Su amor por la agricultura le llevó a fundar la Asociación de Defensa Vegetal “'El Progreso'. Más tarde impulsó junto a Jesús García Brunton, Antonio Gómez, Antonio Joaquín Martínez y Ángel Gómez, entre otros, la cooperativa agrícola Valle de Abarán, y durante muchos años ejerció como tesorero de la Sociedad Agraria de Transformación “Los Dones”, en la carretera de Fortuna-Archena.
No queda ahí el trabajo de este «buen hombre» como le calificó el cura José María Hidalgo en su homilía. Junto a Jesús Gómez Montiel, montó hace más de cincuenta años la Joyería JESYMAR, hoy regentada por Elena, hija de él, y David, hijo de este último. Y entre medias, se sacó la titulación de practicante (hoy ATS), participó en Comunidades de Base e impartió cursillos prematrimoniales en San Pablo. Su hijo mayor, David, añadió que «mi padre era muy religioso, creyente y muy comprometido con la doctrina social de la iglesia».
Y otra de las tareas que desempeñó en su larguísima vida fue la política. Fue concejal con el PSOE en el Ayuntamiento de Abarán en las legislaturas 1979-1983 y 1987-1991 en la oposición. Desde Santomera, donde vive, el único superviviente de la primera legislatura, Antonio Joaquín Martínez Molina, destacó de él «su amor por el trabajo. Todo lo que se proponía lo conseguía y siempre estaba al servicio de los demás».
Persona absolutamente comprometida con sus ideas, dedicó todo el tiempo libre del que dispuso a su familia, a la que trató de dar, y lo logró, una buena educación y estudios universitarios a base de esfuerzo y trabajo para que no les faltara nada. Entre las numerosas coronas, había una del Real Murcia y otra del Ayuntamiento de Abarán, cuyos máximos responsables, Agustín Ramos y Jesús Gómez, estuvieron allí para darle el último adiós. Descanse en paz







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