
Una amplia representación de la Corporación Municipal en el Ayuntamiento de Abarán, junto a trabajadores municipales y ciudadanos en general, se han dado cita este mediodía a las puertas de la Casa Consistorial secundando la convocatoria de la Federación de Municipios y Provincias de España (FEMP) en el día en el que se cumplen 25 años de la muerte del concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco, un crimen terrorista que, por su crueldad, conmovió a la sociedad e instituciones de España y tuvo un gran impacto a nivel internacional. Su asesinato causó una profunda conmoción en todo el país y supuso un punto de inflexión en la respuesta ciudadana a los atentados de ETA, naciendo así lo que conocemos como 'espíritu de Ermua'.
Los asistentes han guardado cinco minutos de respetuoso silencio, un silencio que daba paso a un sonoro y prolongado aplauso en recuerdo de Miguel Ángel Blanco y como muestra de solidaridad con todas las víctimas y sus familias y en repulsa de cualquier clase de acto terrorista.
Instantes antes del comienzo del acto, el alcalde ha tenido palabras de agradecimiento hacia los allí presentes. «Este es un motivo que nos debe unir a toda la sociedad para recordar lo que esto supuso para toda España. En memoria de Miguel Ángel Blanco y de todas las víctimas del terrorismo iniciamos los cinco minutos de silencio», decía Jesús Gómez.
Abarán se echó a la calle
Tras conocerse el secuestro del concejal del Partido Popular en Ermua, la ola de enfado e indignación contra la banda terrorista ETA se extendió por toda la geografía española con las manifestaciones más multitudinarias de la historia de nuestro país para pedir a los terroristas que no cumplieran su amenaza.
En nuestra localidad la manifestación, encabezada por el entonces alcalde, Jesús Molina Izquierdo, partió desde la puerta de ayuntamiento y recorrió en un respetuoso silencio algunas calles del centro del municipio.
Lamentablemente, apenas unas horas después de cumplirse el ultimátum dado por ETA era encontrado, gravemente herido por arma de fuego, Miguel Ángel Blanco. Su secuestro y asesinato provocaron un sentimiento social de rechazo hacia ETA sin precedentes en la inmensa mayoría de la ciudadanía, una reacción cívica que sería determinante para el aislamiento total de ETA y, afortunadamente, para su final.







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