Si solemne es la procesión del Santo Entierro a su paso por las calles de Abarán, no menos lo son sus instantes finales, ya en el interior de la iglesia de San Pablo.
La llegada del Cristo Yacente es seguida por numeroso público para acompañarle hasta el lugar que habitualmente ocupa en el citado templo. Momentos antes, aprovechando que la imagen está fuera de la urna de cristal que la protege durante el resto del año, son muchas las personas que intentan tocar, acariciar o besan la talla que representa al dolorido e inerte cuerpo de Jesús.
Aunque sigue siendo desconocido gran parte del público, cada vez son más las personas que acuden a presenciar este severísimo ritual que se inicia cuando bajan al Cristo de su trono y este queda expuesto durante unos momentos en solemne besapié.
Mientras, en silencio, a la puerta de la iglesia, se espera la llegada de la Virgen que coincide con el final de la procesión. Allí la esperan, entre otros, los miembros del coro David Templado, con su director, para cantarle un dolor, que dice así:
"En el sepulcro escondida,
tanta grandeza y bondad,
la madre queda sin hijo,
en amarga soledad".




Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.22