
El miércoles 16 de septiembre de 1953, hace 70 años, tuvo lugar la inauguración de la Ermita de los Santos Médicos y, con ese motivo, dentro del VIII CURSO “ABARÁN: ACERCAMIENTO A UNA REALIDAD” se programó la charla “La Ermita, ladrillo a ladrillo” que estuvo a cargo del presidente del Centro de Estudios Abaraneros (CEA), Álvaro Carpena Méndez y que se celebró en la propia ermita, ante más de 200 asistentes, el miércoles 26 de abril.
Comenzó el acto José S. Carrasco quien se refirió a la figura del maestro Peñaleja que fue quien ejerció de maestro albañil durante la mayor parte de la obra, a quien definió como una mezcla de honradez, inteligencia para la construcción y cierta dosis de cabezonería. Fruto de ello fue el poder acabar este complejo edificio con los medios de entonces. Junto a él los albañiles, que definió como 'héroes' por ser capaces de acometer esta empresa. De ellos fue distinguido, como representante aún vivo de aquellos hombres, Francisco Melgarejo, quien recibió, emocionado y acompañado de su familia, una teja ornamentada con la ermita fruto del artesano local J. Ríos.
A continuación, presentó al ponente de quien definió como «un joven con grandes dotes investigadoras que cuida mucho los detalles para llevar a cabo sus ideas», que está recogiendo el testigo para continuar con esa labor de descubrir a las nuevas generaciones la historia de su pueblo.
Álvaro Carpena inició su intervención descubriendo la manera con la que se hizo de seis libros de contabilidad de la firma Nicolás Gómez Tornero, que adquirió a través de un coleccionista.
Hizo en primer lugar, una semblanza de este empresario abaranero que está detrás de todas las grandes obras del pueblo: desde el Motor Resurrección hasta la ermita, pasando por el asilo, la central eléctrica, las aguas potables y la reconstrucción de la torre de San Pablo.
Definió a la ermita, obra del arquitecto Fernando Sanz Navarro, como un capricho arquitectónico que Nicolás Gómez quiso, con una gran visión de futuro, situar en un lugar diferente al anterior templo para conseguir ese paseo que hoy es el orgullo de este pueblo. Fue desgranando detalles sobre el tipo, coste y origen de los materiales, el importe de los salarios, las modificaciones sobre el plano inicial y la gran labor de dirección del maestro Peñaleja que, sin tener estudios, solo con lo que le transmitía su padre, fue capaz de dar fin a la obra que Nicolás no pudo ver acabada pues murió en enero de 1951.
Al final, afirmó, tras haber realizado un pormenorizado estudio de los libros de contabilidad, que el coste total de las actuaciones para hacer la ermita, según esos libros, era de 697,607 pesetas, siendo el coste de los jornales de 215.000 pesetas.
Los asistentes reconocieron con un prolongado aplauso la gran labor de investigación que el ponente había llevado a cabo para dar a conocer lo que hay detrás del que es, sin ninguna duda, uno de los edificios más emblemático de nuestro pueblo.







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