
La penúltima de las sesiones del VIII CURSO “ABARÁN: ACERCAMIENTO A UNA REALIDAD” tuvo lugar en un salón teatro Guerrero Mendoza casi lleno de un público que siguió con atención la charla de José F. Gil que tenia por título “Bares, tabernas, tiendas y casas de perdición”.
Antes del comienzo de la charla se representó una escenografía que recreó la llegada de un representante comercial forastero a este pueblo y su conversación con Joselito el guardia al que preguntó por la Casa Consistorial, mostrando su extrañeza ante la respuesta del agente y sobre otros aspectos que iba conociendo de nuestro pueblo.
José F. Gil apareció en escena sentado junto a una mesa velador que le regaló el Galo (padre) de las que tenía como mobiliario en su conocido bar, y vistió el escenario con toda una serie de objetos a su alrededor que recreaban los años 30 ó 40, desde cajas de pimentón hasta el cortador de bacalao pasando por el peso con sus pesas o los sacos donde se recogía la mercancía que se vendía a granel (legumbres, azucar, etc), o al papel de estraza donde se liaba el género vendido, junto a un sifón de la época o un porrón lleno de vino al que de vez en cuando el conferenciante daba algún que otro trago para remojarse el gaznate.
El ponente inició su intervención haciendo un recorrido por los bares de antaño distinguiendo entre los de la parte de abajo del pueblo y los de la Era, definiéndolos como «núcleos de socialización».Y tras los bares, las tabernas, con un ambiente y un estatus inferior al bar, algunas de lad cuales solo eran lugares para el consumo de vino y poco más.
Después hizo un repaso a las tiendas de aquellos años (que las había en gran cantidad), entre ellas la de su propia madre donde pasó muchos momentos de su infancia y adolescencia y de la que recordó varias anécdotas que vivió en primera persona y en las que también se socializaba en su tiempo.
Y acabó su recorrido por las denominadas 'casas de perdición', es decir, locales de juego y prostitución, habiendo dos de estas en nuestro municipio pero que no daban lugar a escándalo alguno.
Al finalizar su intervención y de manera sorpresiva, hubo otra pequeña dramatización, no esperada por el ponente, en la que dos colaboradores del curso aparecieron disfrazados de guardias para cumplir la orden del alcalde de apresarlo «por incitar al escándalo público».
La velada acabó entre aplauso y risas de las 250 personas que se dieron cita en esta cuarta jornada del curso, sn lugar a dudas la más 'canalla' de todas cómo había prometido Pepe Gil.







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