
Siempre se dice que para que progresen las personas o los pueblos hay que mirar al futuro, hay que dirigir la mirada hacia adelante y no hacia atrás, pues esto parace estéril e infructuoso.
Pero esto no es totalmente cierto, pues en el pasado tenemos la enseñanza de lo bueno y de lo malo, de lo que debe mantenerse y de lo que hay que cambiar, de lo que ha merecido la pena y de lo que no ha aportado nada bueno, tanto a nivel individual como a nivel social.
Pues, revisando algunas muestras de la prensa abaranera del siglo XX, me encuentro con un ejemplar del periódico local EL PUEBLO, que es del 22 de marzo de 1931, hace casi cien años, una época bastante turbulenta política y socialmente, pues faltaba menos de un mes para el cambio de régimen.
Pues los editores de este periódico afirman que ese medio «por igual odia a los caciquismos y todas las tiranías, aspira a sanear el ambiente, e invita al pueblo, altos y bajos, ricos y pobres al cumplimiento exacto de sus deberes».
Pero, si lo he traído a colación en este momento electoral, es porque, en unos tiempos en que, a todos los niveles, parece ser que, para gobernar, hace falta pactar con otros, pues las mayorías absolutas son bastante difíciles de conseguir, estos redactores nos dan idea de la voluntad de unión que deben tener todos aquellos que han sido elegidos para conformar el Ayuntamiento, pues afirma en su portada que, para conseguir que el pueblo vaya progresando, «optaríamos por la formación de un gran bloque, sin otro marchamo político que la realización del bien público. Esto es, un fuerte bloque dirigido por hombres íntegros, capaces, cultos, honrados y progresivos; bloque que, apoyado en los diferentes sectores de la opinión, pueda satisfacer cumplidamente las necesidades de Abarán. No se necesita para eso ni renunciar nadie a sus convicciones, ni perder un átomo de dignidad política, ni traicionar los dictados de la conciencia. Para constituir ese bloque bastaría y sobraría con buena voluntad.
«Así debiera orientarse la futura política en Abarán; porque gastar las energías inútilmente discutiendo temas doctrinarios, o perder el tiempo ahondando diferencias personales, eso podrá ser, quizás muy entretenido, pero es notoriamente perjudicial y nocivo».
Nos separan nada menos que 92 años de la publicación de este texto, pero creo que tiene tanta actualidad como cuando salió a la luz. Y es que entonces, como ahora, se necesitaba esa unión de voluntades y de esfuerzos para trabajar por mejorar el pueblo, dejando a un lado diferencias personales o doctrinales que, para el gobierno de los pueblos pequeños como el nuestro, son muy negativas y estériles, pues no aportan nada más que rencillas y enfrentamientos.
Es cierto que este mensaje cuesta trabajo hoy llevarlo a la realidad práctica del ejercicio de la política pero, al menos en el ámbito local, en un pueblo donde nos conocemos todos, donde las relaciones de vecindad o parentesco nos unen a todos, habría que esforzarse por hacerlo realidad, como se recomienda en ese periódico de hace casi un siglo, y se hace realidad a base de buena voluntad, sin que nadie tenga que renunciar a sus ideas o a sus siglas, pero poniendo por encima el bienestar y el progreso de su pueblo, de este Abaràn en el que merece la pena haber nacido, en el que merece la pena vivir y convivir, y en el que hay que trabajar para conseguir entre todos que también para nuestros hijos y nietos Abarán merezca la pena.
José S. Carrasco Molina
(Cronista oficial de Abarán)
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