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La antigua pianola de Cieza, propiedad de un abaranero, quiere volver a su tierra

Claudio Caballero / La Verdad Martes, 20 de Febrero de 2024 Tiempo de lectura:
Pedro junto a la pianola en su casa de MadridPedro junto a la pianola en su casa de Madrid


El diario La Verdad se hace eco este martes de una información relativa a una antiquísima pianola de cuyas teclas, en los inicios del cine mudo, salieran las bandas sonoras de aquellas legendarias películas en blanco y negro que, hace ya un siglo, se proyectaban en los teatros Borrás y Galindo de nuestra vecina localidad de Cieza. Es su actual propietario, el abaranero Pedro F. García Gómez, quien, desde su casa de Madrid, donde reside actualmente, ha puesto de manifiesto su intención de que esta auténtica reliquia viaje desde la capital de España hasta Cieza. «La pianola debe volver a la ciudad que casi la vio nacer, a Cieza, de donde mi abuelo no era, más la llevaba en el corazón como un ciezano más», expresa el de Abarán acerca de la posibilidad de que este instrumento retorne a Cieza y se acomode en un lugar destacado del Museo Siyâsa. 

 

Esta pianola, que puso música al cine mudo allá por los años 20 del pasado siglo, ha sido custodiado durante 100 años por su primer propietario, Cristóbal García Molina, y después por sus descendientes. Todavía suena cada día en Madrid, en casa de su heredero, Pedro Fidelio García Gómez, quien ha querido anunciar a través de LA VERDAD su deseo de que retorne a Cieza.

 

Grandes títulos del cine mudo como 'El chico y La quimera del oro' (Charles Chaplin, 1921 y 1925) o 'La pasión de Juana de Arco' (Carl Theodor Dreyer, 1928) dieron luz a las grandes pantallas de los dos teatros que por esos años servían de entretenimiento a los ciezanos: el teatro Borrás y el teatro Galindo. El primero, de aspecto monumental, fue inaugurado en torno al año 1917 e irrazonablemente destruido en 1963 del pasado siglo XX, cuando fue sustituido por un monocorde bloque de 10 plantas. El segundo, de menor valor arquitectónico, aguantó en pie hasta 1998.

 

El Borrás se alzaba a la altura del actual número 11 del por entonces llamado Paseo de Marín Barnuevo, en pleno corazón de Cieza. Más hacia el este, ya en lo que se denominaría 'El ensanche', se ubicaba el Teatro Galindo, que nació tras la transformación de la primera plaza de toros que tuvo la ciudad. Ni a uno ni a otro debió faltarle ni un solo detalle. Ni siquiera el imprescindible piano con el que se amenizaban aquellas geniales obras maestras del cine sin voz o las de teatro que se subieron a las tablas de sus genuinos escenarios.

 

Uno de esos instrumentos debió ser una pianola de la marca Webster que se construyó en torno a 1920 y que fue adquirida hacia 1921 por el abaranero Cristóbal García Molina. Afortunadamente, corrió mejor suerte que estos dos teatros y ha llegado hasta nuestros días prácticamente intacta, en buena medida gracias a su dueño y a sus hijos y nietos, que la han venido guardando celosamente hasta nuestros días. Su actual poseedor y heredero es Pedro Fidelio García Gómez (nieto de Cristóbal). Cuando rememora el 'ciezanismo' del que hacían gala su padre y su abuelo, remarca alzando de perfil las dos manos:

 

 

De Cieza a Abarán

 

Cuenta Pedro Fidelio, farmacéutico industrial de profesión, que su abuelo, que ya era el encargado de tocar el violín en el coliseo del Paseo, adquirió la pianola a un particular en Murcia con la idea de hacer sonar los dos instrumentos al mismo tiempo. Y para sorpresa de propios y extraños, así lo hacía en cada sesión, «haciendo gala de sus magníficos conocimientos musicales y, si se me permite, también artísticos», enfatiza orgulloso Pedro Fidelio, que a tenor de sus trabajos, que pueden visualizarse en su canal de Youtube, parece haber heredado sus dotes. Unas peripecias que, antes que él, habría adquirido su padre, Pedro García Carrillo. De hecho «hubo momentos en los que mi abuelo tocaba el violín y mi padre la pianola con una obra estelar: 'Czardas', de Vittorio Monti».

 

Cristóbal se trasladó a vivir a Cieza cuando aún era joven. Simultaneaba su afición por la música con su trabajo como maestro nacional en varios pueblos de la comarca y como confitero en la tienda que el mismo montó y a la que llamó 'La colmena de oro'. Estaba en los bajos de la casa de dos plantas que todavía hoy se alza haciendo esquina entre las calles Buitragos y Montepio, donde nacieron sus hijos Pedro y Berta.

 

Pero la llegada del cine sonoro fue crucial para aquella pianola, dejando de utilizarse. Visto con los ojos de aquellos años, el instrumento debió resultar un artilugio inservible y, quizá, casi un estorbo. Por ello, Cristóbal decidió llevársela hasta el segundo piso de su casa de Cieza y allí permaneció hasta que cedió su negocio a Paco 'El Lorito', que había estado trabajando de empleado con él. Desde entonces, la genuina pastelería se denominó Confitería El Lorito hasta prácticamente el año 2000.

 

 

Acogida en el Museo Siyâsa

 

Corrían ya los años 40 cuando Cristobal retornó a Abarán. Y con él, su pianola. El instrumento siguió sonando mientras inculcaba su adoración por la música a sus descendientes. Ya fallecido, el artilugio quedó en manos primero de su hijo y después su nieto, mientras el paso de los años comenzó a hacer mella en la madera y en las gomas interiores con un importante deterioro. Por ello, Pedro Fidelio la envió hasta Barcelona, donde existe un mecánico y restaurador que la dejó prácticamente nueva. Pocos años después, en 2010, se trasladó a Madrid con su esposa y su inseparable pianola. Allí, donde también viven sus hijos, sigue haciéndola sonar cada día, pero la baja humedad está perjudicando la estructura del aparato. Así que antes de que vaya a más, quiere adelantar su retorno y ya ha hablado con el director del Museo de Siyâsa, Joaquín Salmerón, el lugar donde quiere que esta 'Webster' se acomode para siempre. Le acompañan más de 500 rollos con otras tantas músicas perforadas y hasta los carteles que su abuelo Cristóbal confeccionó para indicar el inicio de la siguiente melodía.

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