En el que ya se ha convertido en otro de los momentos importantes de cuantos se celebran en los días previos al inicio de la Semana Santa abaranera, este miércoles tuvo lugar el traslado procesional del Cristo del Silencio, que inició su camino desde la Ermita de los Santos Médicos poco después de las 21:30 horas. Sin trono y portado a hombros evocando la tradicional devoción al Cristo de Rota, la imagen avanzó solemnemente por las calles Médico Gómez, Bernardo Guillamón y Menéndez Pelayo, escoltada por más de medio centenar de cofrades de la Hermandad del Silencio y a los sones de la Agrupación Musical San Juan Evangelista.  

El recorrido, breve, pero intenso, atrajo a un gran número de vecinos, que se congregaron especialmente a las puertas del antiguo almacén de Frutas Esther, lugar donde la talla queda custodiada hasta su participación en la Procesión del Silencio del Jueves Santo. Es en ese último tramo del recorrido donde se viven los momentos más impactantes cuando tres potentes focos iluminan al Cristo, creando una escena de profunda solemnidad bajo la noche cerrada, y posteriormente cuando el Cristo en la Cruz es entronado al momento del último compás de la marcha real.  

El vicepresidente de la Junta de Hermandades Pasionarias de Cieza, Ángel Francisco Penalva, tuvo ocasión de presenciar este traslado procesional tras ser invitado por la Hermandad del Cristo de Medinaceli y Cristo del Silencio. Al término del acto y antes de que el párroco Felipe Tomás realizara un breve responso, el de Cieza recibió las insignias tanto de esta hermandad como de la JHS de Abarán,

Previamente, la imagen había permanecido expuesta para su veneración en la iglesia de San Cosme y San Damián, donde se sucede cada año una espontánea muestra de fe en la que cientos de personas se acercan a rezar ante ella. Una tradición que, año tras año, refuerza el vínculo con este traslado procesional que marca uno de los actos más íntimos de la Semana de Pasión en Abarán.