
Nuestro colaborador, Jesús Yelo, en su calidad de vecino comprometido con Abarán, reflexiona en este artículo sobre el preocupante declive del mercado semanal de los viernes en nuestro municipio, un símbolo tradicional que languidece, entre otras posibles cuestiones, por la falta de apoyo vecinal. Con nostalgia y sentido crítico, Jesús analiza las causas de esta ‘soledad’, compara el bullicio de mercados cercanos como los de Cieza o el de Hoya del Campo, y hace un llamamiento urgente a la acción colectiva: rescatar este espacio no solo es cuestión de economía, sino de identidad abaranera.
En su momento 'desaparecieron', por circunstancias que ahora no vienen al caso, el teatro Guerrero, la plaza de abastos, el certamen nacional de zarzuela, el concurso de canto lírico, el de poesía..., y hemos visto también como nos quedamos sin comercios tradicionales como pueden ser zapaterías o sastrerías.
No permitamos que ocurra lo mismo con el mercado semanal de los viernes, pues, a este ritmo, camino llevamos de lograrlo. No culpemos a nadie en particular. La responsabilidad es colectiva, salvo para los dueños de los puestos, que se levantan en las primeras horas de la madrugada para desplazarse hasta nuestro pueblo, montar sus puestos y ofrecernos su mercancía.
Hablemos de los motivos de 'la soledad de nuestro mercado', un espacio que pertenece a todos los abaraneros y abaraneras. Muchos de nosotros aún recordamos, en mayor o menor medida, cuando el mercado se ubicaba en las Escuelas (muy cerca de donde lo hace ahora), en la Plaza Vieja, Avenida de la Constitución (recinto ferial), Plaza de la Zarzuela o en la calle David Templado (antes Morzaletes). Y en ese tiempo funcionaba, quizá no perfectamente, pero lo hacía. Lo que vemos hoy es, en cambio, motivo de auténtica tristeza, por decirlo suavemente.
En mi opinión, la ubicación actual es la más idónea y cuenta con buenas condiciones. Evidentemente, habrá quien no esté de acuerdo. Para los que viven más lejos, el coche es casi obligatorio para no tener que cargar a mano con las bolsas. Y para los vecinos que viven más cerca del casco antiguo, la ubicación del mercado es ideal. Aun así, todos debemos hacer un esfuerzo, grande o pequeño, para acudir y llenar el carro de la compra. Hoy, sacrificarse es necesario si queremos tener una mejor calidad de vida, y este mensaje va especialmente dirigido a nuestros jóvenes.
Para mí, no hay mejor lugar para el mercado que este, pues cuanta con amplias zonas para aparcar y con bastante espacio para los camiones y furgonetas de los mercaderes, que cada vez vienen menos por falta de clientela. ¿Y qué falla entonces? La respuesta es clara: nosotros.
Este pueblo, siempre ejemplo de solidaridad individual y colectiva, tiene la solución en sus manos. Visitemos nuestro mercado y no posterguemos más la compra semanal de los viernes, en nuestro pueblo. Todos saldremos beneficiados.
Ahora, jubilado tras 42 trabajando de lunes a viernes en Murcia, en una asesoría fiscal y laboral -aunque no periodísticamente, pues pretendo seguir en La Verdad mientras Dios me dé fuerzas-, acudo al mercado de los viernes, solo o acompañando a mi mujer, y me entristece ver el asfalto y los puestos vacíos y cada vez más escasos.
Este abandono contrasta con el bullicio de los mercados de Cieza y Hoya del Campo. Algunos miércoles, cuando voy a Cieza, siento envidia sana ante la alegría con la que la gente llena los más de 200 puestos, destacando los de fruta, verdura y ropa. Y hasta allí también van muchos abaraneros y abaraneras, recorriendo más de cuatro kilómetros. Igual ocurre los domingos en Hoya del Campo, con más de un centenar de puestos. Y, de nuevo, el tener que coger el coche no es impedimento alguno para que muchos vecinos del municipio se desplacen hasta allí.
Entonces, la pregunta es inevitable: ¿por qué funcionan los mercados de Cieza y Hoya del Campo, y no el de Abarán? Algunos me han llegado a decir que han visto a gente de Abarán comprando en Cieza un melón o patatas por kilos. ¿Y por qué no hacerlo aquí? Me cuesta creerlo.
En nuestras manos está el poder revitalizar nuestro mercado... o, mucho me temo que, más pronto que tarde, lo veremos desaparecer. Si optamos por hacerlo resurgir estoy seguro de que daremos un paso hacia un Abarán mejor y más próspero. Pongamos en valor ese abaranerismo del que tanto alardeamos y, sin dejar de visitar Cieza o la Hoya del Campo, vayamos todos los viernes a nuestro mercado a hacer la compra, grande o pequeña. Nuestros hijos y nietos nos lo agradecerán. Y nosotros habremos hecho lo correcto.
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