
El pasado 16 de agosto (sábado), Abarán vivió un hecho insólito que ni los más mayores del municipio recuerdan que se haya producido con anterioridad. Y es que ninguno de los siete puntos de venta de pan que existen actualmente en el casco urbano abrieron sus puertas al público.
Ocurrió que, al caer la festividad de la Virgen de la Asunción (15 de agosto), en viernes, algunas familias solo compraron el pan del día para el jueves día 14 y/o el siguiente, pensando que la venta volvería el sábado 16. Pero no fue así, ya que hasta el lunes 18 el servicio de pan diario artesanal no tuvo producción.
Vaya por delante que los trabajadores y propietarios de estos establecimientos, como el resto de la población, tienen derecho a unas jornadas de descanso, máxime en la época estival en la que es tiempo de vacaciones. Pero, ¿tan difícil o costoso es pegar cuatro telefonazos entre los panaderos del pueblo para ponerse de acuerdo y para que esta situación no vuelva a repetirse?
Por poner un ejemplo: las parroquias de San Pablo y San Juan Bautista llevan años organizándose para no dejar a sus fieles sin el servicio de misas. Así, los dos sacerdotes, que también tienen todo el derecho del mundo a disfrutar de sus vacaciones, se turnan para atender al público, aunque pare ello deban de sacrificarse un poco más y hacer “doblete” laboral en los meses de julio y agosto.
Otro sector que viene dando algún quebradero de cabeza a sus clientes y público en general en los últimos años, es el de la hostelería. La oferta gastronómica en Abarán y pedanías, afortunadamente, sigue siendo bastante amplia.
Al igual que las panaderías, todos los trabajadores y dueños de estos locales tienen todo el derecho a un merecido periodo vacacional, más aún por ser su jornada laboral de mayor duración y requerir de un mayor esfuerzo.
Pero es obvio que en los últimos años se ha dado el caso de que, en el mes de agosto, tan solo han abierto sus puertas dos o tres de estos establecimientos, lo que hace difícil en esos días encontrar un lugar para tomar un café, una cerveza, una comida o cena, algo que se convierte en una tarea complicada. Además, el periodo vacacional es propicio para que vecinos de otros lugares vengan a visitarnos, y nos consta que más de uno de esos 'turistas' se han marchado de Abarán sin probar la rica cocina de nuestros bares.
Por ello, en mi modesta opinión, creo que sería buena idea que los propietarios de estos locales se pudieran organizar y programar sus horarios, fundamentalmente en el mes de agosto, para no dejar desatendidos a los cientos de vecinos, muchos de ellos clientes habituales, que, por diversas circunstancias, se quedan en el pueblo. Es solo una sugerencia para los próximos años.
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