
Sé que está mal visto y que te acarrea toda clase de (des) calificativos el mirar hacia atrás, el rebuscar en el pasado, pues lo que se lleva y se defiende es que hay que mirar hacia adelante, que hay que innovar, que hay que experimentar cosas nuevas.
Aun corriendo ese riesgo, en relación con las fiestas de nuestro pueblo, creo que podemos afirmar que gran parte del éxito de ellas está en lo que hemos ido recuperando de esas fiestas de décadas pasadas que eran, sin duda, una referencia en toda la región.
Seguramente el ejemplo que está más a la vista es el de los gigantes y cabezudos que en épocas pasadas era un componente muy importante de las fiestas (con su desfile se llevaba a cabo la inauguración oficial de la feria) y que, tras un tiempo en letargo, un grupo de intrépidos consiguió no solo recuperar, sino convertirlo en el principal foco de atracción para paisanos y visitantes en el programa festivo. El año que viene este multitudinario Encuentro ya cumple su primer cuarto de siglo.
Algo parecido ha pasado con la Batalla de Flores, un festejo que se remonta nada menos que a 1929, año en el que se hizo un pequeño desfile de carrozas en el parque, con señoritas de Cieza y Abarán, aunque luego sufrió un largo paréntesis hasta 1964 en que se recuperó el evento, alcanzando en los años 70 y 80 una brillantez que lo convirtieron en cita obligada para cientos de forasteros que no se lo perdían año tras año. A pesar de ello, poco a poco se fue diluyendo hasta desaparecer por unos años. Por suerte, otro grupo de ilusos (inevitable recordar a Leonardo), se decidió a recuperar este festejo y volvieron nuestras calles a llenarse de papelillos. ¡Ojalá no se les acabe nunca ese entusiasmo!
Pero este año hemos asistido a otra recuperación muy importante, y es que desde el año 1964 en que se llevó a cabo la coronación de la reina y damas de honor, este festejo era un ejemplo de elegancia y de distinción que convertía nuestro Parque en un entorno realmente atractivo. Así se fue manteniendo durante décadas, hasta que, seguramente por un cambio de mentalidad, poco a poco se fue también diluyendo, llegando a haber algunos años en que no ha habido reina o no se ha conseguido un quinteto de jóvenes que, como ha ocurrido en las pasadas fiestas, dieran un paso adelante y representaran a la juventud abaranera en estos días tan especiales. Y, con estos mimbres, se recuperó un acto de coronación que ya se pareció bastante a aquellos que recordamos de décadas atrás y que el pueblo esperaba y vivía intensamente. Y así Alejandra (reina), Elia, Irene, Rocío y África dieron la talla y no solo en este acto, sino en toda la feria, pues no solo han estado en todos los festejos, sino que han sabido estar, es decir que lo han hecho adaptándose a las características de cada evento, con una exquisitez y educación realmente envidiables y han contribuido y mucho al esplendor de estos días. Han vivido, sin duda, unas fiestas con una intensidad con la que nunca lo habían hecho y seguro que han abierto el camino para que otras jóvenes den el paso en el futuro. Hay que hacer referencia también a las representantes infantiles y de la Segunda Juventud, que también han estado a la altura.
Y hay un componente esencial de nuestra feria en el que también hay que mirar hacia atrás para recuperar lo que fue. Y es el “libro de festejos” como se le llama. Si nos fijamos en los años 60, era el nuestro un ejemplo de calidad literaria, con plumas como el doctor Molina, don Luis Carrasco, don Antonio de Hoyos, don Pedro García, don José García Templado, don José Turpín, don José Vargas… todos ellos ya desaparecidos, aunque han sido sustituidos por otros colaboradores, algunos de fuera (cronistas, investigadores, profesores…) que están configurando una publicación, en cantidad y calidad, a la altura de aquellos gloriosos años.
Por todo ello, mirar hacia atrás no tiene por qué ser algo propio de retrógrados o nostálgicos, sino un ejercicio muy útil para dar al presente mayor brillantez.
Sería injusto no dejar constancia, hablando de estas fiestas pasadas, en las que la AEMET, y no la lluvia, nos robó un día tan solemne como el de San Miguel, de algunos récords que, sin tener datos reales numéricos, se han batido, pues creo que el Encuentro de Gigantes ha congregado a más gente que nunca, que la procesión del 26 sacó a la calle a más abaraneros que casi nunca y que, casi sin temor a equivocarme, nuestro querido paisano Darío con su recuerdo de Sabina, fue profeta en su tierra y logró reunir en el parque más de 4.000 personas… en una histórica noche de 27 de septiembre. A ello hay que añadir el teatro lleno en las zarzuelas, más de tres cuartos de plaza en los toros, asistencia multitudinaria a otras verbenas, novenas con la ermita llena, miles de espectadores en el maravilloso castillo o en los desfiles de carrozas….
Todo esto es una demostración de que este pueblo responde cuando, metafóricamente hablando, se oye un cohete. Es por ello por lo que hay que poner los medios, y también la imaginación, para que, al menos en estos días septembrinos, Abarán siga vibrando en la calle, en la ermita, en el teatro, en la plaza de toros… porque nos lo merecemos y porque es el mejor homenaje a las generaciones pasadas que, con pocos medios, pero con mucha elegancia y amor a su pueblo, convirtieron nuestra feria en la envidia de toda la región.
Jóse S. Carrasco Molina
Cronista Oficial de la Villa
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