
Nuestro colaborador, José S. Carrasco, nos hace llegar un nuevo escrito en el que, con su característico ingenio, propone algunas medidas para recuperar el encanto de la Ermita. Pero lo hace planteando, además, una posibilidad que no sabemos si tomar en serio o como un brillante ejercicio de ironía: la de fundar y encabezar un nuevo grupo político, el ‘Partido de la Ermita’, para presentarse a las elecciones.
Tras esta llamativa declaración de intenciones -que culmina con la búsqueda de otros 16 ermiteros para completar la lista-, el autor deja claro que su verdadero objetivo no es la política, sino llamar nuestra atención hacia el auténtico protagonista de su escrito: el futuro de la Ermita.
Y así, lejos de cualquier ambición política, José S. Carrasco despliega en su texto una serie de propuestas concretas para devolver a este emblemático lugar el esplendor y el protagonismo que tuvo antaño.
La Ermita ¿reversible?
Tengo que reconocer que nunca he querido meterme en política y mucho menos aparecer en ninguna lista electoral, pues siempre he huido de los enfrentamientos y polémicas que lleva consigo la política (y ahora más que nunca), y menos con paisanos; no obstante, valoro mucho a los que han dado ese paso, pues sin su decisión no habría nadie que gobernara nuestro Ayuntamiento.
Es verdad que ya estoy en una edad bastante madura para meterme en esos “berenjenales”, pero, como “nunca es tarde si la dicha es buena”, me estoy planteando dar ese paso para las próximas elecciones, con más de 70 años a mis espaldas, si la salud me sigue respetando y no me da un “arrechucho” o un “parraque” (como dirían los chitos) y me deja incapacitado para tan importante labor.
Pero, si lo hago, no va a ser con ninguno de los partidos actuales que conforman nuestro Ayuntamiento, sino con un nuevo partido exclusivamente abaranero, sin dependencia de siglas ni consignas de ningún tipo, un partido que se llamaría PARTIDO DE LA ERMITA.
Y si el nombre es sencillo, el programa electoral lo será aún más, pues se resumirá en una sola frase: MIMAR LA ERMITA, sin más promesas urbanísticas o deportivas o culturales o de otro tipo. Así de simple.
Partiendo de la base de que la Ermita es un paraíso, un oasis, un lujo para este pueblo, todos los esfuerzos irán encaminados a devolverle ese encanto que ha ido perdiendo a lo largo del tiempo, para lo que hay que llevar a cabo allí una REGENERACIÓN ESTÉTICA y SOCIAL en el convencimiento de que hay cosas ya irreversibles, pero que hay actuaciones que sí son reversibles y que se pueden corregir.
Regeneración estética
Aunque la estética es algo personal, pues sobre gustos no hay nada escrito, se puede afirmar que en este terreno la Ermita ha ido a peor, a pesar del desarrollo en todos los órdenes que ha ido experimentando la sociedad en estos últimos años. Si miramos las estampas de la ermita que ilustran este artículo, convendremos en que hemos perdido mucho y ese entorno que en los años 50 y 60 y, sobre todo, 70, formaba un paisaje realmente bonito, especialmente a partir de los 80 fue objeto de actuaciones no siempre afortunadas, a mi juicio. Actuaciones que, con los materiales y técnicas de hoy, se pueden revertir y sin un coste excesivo.
Es ya irreversible, por ahora, el volver a esos altos pinos que le daban sombra y frescor, pues habrá que esperar a que crezcan los recién plantados.
Pero sí se puede volver a construir esa entrañable y recordada fuente de los patos que ha sido el fondo de mil fotografías, sustituyendo la actual, sin duda de menor encanto.
Se puede actuar sobre la antigua biblioteca infantil volviendo a esa balaustrada de obra (la misma que hay en el tejado), sustituida después por barrotes de acero hueco, y a esas bolas de cemento o yeso que tenían un tacto suavísimo, y a esa pintura blanca más elegante que estos posteriores tonos más chillones.
Se puede devolver el encanto al templete, volviendo a esa celosía de ladrillo panal, también desgraciadamente sustituida por barrotes de acero hueco.
Se puede igualmente actuar sobre la baranda del “retiro” y volver a esos postes de ladrillo visto (en juego con la iglesia) que fueron sustituidos por unos de cemento pintado, y volver igualmente a esa baranda de hierro macizo, ahora también de acero hueco.
Se puede volver a esos parterres con plantas diversas que en los años 70 se colocaron el centro del paseo y que aumentaban el verdor y el valor natural del entorno.
Se pueden volver a plantar esos jazmines o damas de noche cuyo embriagador perfume ya te conquistaba al llegar a este paseo.
Se puede iluminar la ermita (iglesia) por la noche pues, junto con la iglesia de San Pablo, constituyen los dos faros que sobresalen destellantes en el paisaje nocturno de Abarán.
Regeneración social
Junto a su belleza paisajística que la han hecho el pulmón de este pueblo, la Ermita ha sido también el corazón de Abarán como lugar privilegiado de encuentro, de cita, de tertulia y de conversación para varias generaciones.
Es verdad que, también en este ámbito, hay cosas irreversibles, pues hoy no se puede pensar, por ejemplo, que los jóvenes o adolescentes van a subir a la ermita a pretender a la chica de sus sueños o a darle un beso furtivo en el retiro. Eso ya no tiene vuelta atrás. Pero hay actuaciones que sí pueden llevarse a cabo para darle más vida social a este lugar tan privilegiado.
Es verdad que no se pueden instalar ya aquí las atracciones feriales, pues su envergadura lo hace imposible, pero sí se podrían colocar en nuestras fiestas algunos puestos pequeños de venta que atraerían gente al lugar, gente que no puede bajar al recinto ferial.
Es verdad que ya no podemos degustar en el quiosco los célebres michirones o el festivo y sabroso sorbete de la Trini del Luciano, pero sí se puede adjudicar dicho establecimiento con una serie de exigencias de experiencia, horario, calendario, actividades… que primen sobre lo económico. Entre paréntesis, esta última adjudicación parece que ha sido acertada.
Y, sobre el quiosco, el templete que con tanto esfuerzo y en tan poco tiempo se construyó en 1953 y que solo se usa dos veces al año, 26 y 27 de septiembre, aunque debería albergar actuaciones musicales de diferente tipo (bandas de música, tuna, coros o conjuntos diversos) con mucha más frecuencia a lo largo del año.
Al igual que, al menos un domingo al mes, la ermita podría ser el escenario de actividades de todo tipo (mercadillos, exhibiciones diversas, actividades deportivas, culturales o sociales…) que atrajeran a la gente al entorno.
Será difícil o casi imposible recuperar la ilusión y hasta las peleas por conseguir un libro de Tintín, como pasaba en nuestra infancia, pero sí que se puede dar vida a la antigua biblioteca infantil, reconvirtiéndola en ludoteca y sala de lectura para niños con los medios tecnológicos actuales.
Aunque podríamos decir como don Quijote que “con la iglesia hemos topado”, habría que volver a la misa dominical a mediodía, horario que se ha venido manteniendo seguramente desde la inauguración de la ermita, pero que últimamente ha sido cambiado, dejando la ermita casi vacía cada domingo por la mañana. No creo que actualmente topáramos con un muro infranqueable en el sacerdote, hombre accesible y con buena disposición.
Pero, junto a todo ello, hay que facilitar el llegar a la ermita y, al menos los días festivos, habría que hacer peatonal la calle Doctor Molina, lo cual fomentaría algo ya tan raro como el pasear por el pueblo sin tener que sortear los coches continuamente.
Más, una vez llegados a la ermita, habría que encontrársela limpia y atractiva para los sentidos. Para ello son fundamentales las labores de limpieza y mantenimiento (aunque hay que dejar constancia de que cada mañana la ermita se queda, como se diría en la mili, “en perfecto estado de revista”, gracias a la impecable labor de Darío), pero estas deben ser complementadas por una labor de concienciación, de vigilancia y de sanción cuando sean incumplidas unas mínimas normas de comportamiento. Es evidente que ello reclama una presencia policial que, si no continuada, (quedan atrás los tiempos del Rojico), sí diaria y muy frecuente.
Estas son, a mi juicio, algunas de las actuaciones que podrían volver a darle a la ermita ese encanto y protagonismo que nunca debió perder. Para llevarlas a cabo hacen falta medios materiales, es verdad, aunque algunas son gratuitas o de bajo coste, pero hay algo más necesario y más difícil de conseguir que el dinero, y es la SENSIBILIDAD, la capacidad de captar la belleza y el encanto de los pequeños detalles, de las cosas, los lugares o los momentos aparentemente sin importancia.
Partido de la Ermita
Bueno, hay que ponerse ya manos a la obra, teniendo en cuenta que este partido no va a tener muchos gastos, pues no habrá que alquilar local, ya que la sede social será la Ermita y la sala de reuniones, el templete. Y poco más va a hacer falta.
Ya solo falta ver si encuentro otros 16 ermiteros ilusos para ir haciendo la lista, pues el tiempo se nos echa encima… y la Ermita no puede esperar.
José S. Carrasco Molina
Cronista Oficial de Abarán
















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