Multitud de ciudadanos abarrotaron este viernes por la mañana la iglesia de San Pablo de nuestra localidad para rendir el último adiós al sacerdote abaranero D. Antonio Yelo Templado, ‘Antoñico de la Esperanza’, como era conocido cariñosamente entre sus paisanos. La ceremonia, que contó con la participación del coro ‘David Templado’, fue presidida por el Vicario Episcopal: Ilmo. Sr. D. Ángel Francisco Molina, y concelebrada por más de una docena de sacerdotes llegados desde distintos puntos de la Región, entre ellos varios que han ejercido como párrocos en Abarán.
El féretro con los restos mortales de Don Antonio fue portado hasta el interior del tempo por varios sacerdotes con quienes compartió su labor pastoral o enseñanzas a lo largo de su vida. Allí, durante el responso, estuvo acompañado por la imagen de su queridísima Virgen del Oro y por la Virgen de los Dolores.
El sacerdote diocesano falleció este miércoles, 25 de marzo, a los 86 años. Don Antonio Yelo Templado nació en Abarán el 11 de marzo de 1929. A los pocos días de su nacimiento recibió el Bautismo en la parroquia de San Pablo de Abarán, era el día 17 de marzo de 1929. En 1941 ingresó en el Seminario Menor de San José, pasando después al Seminario Mayor de San Fulgencio, donde cursó los estudios de Filosofía y Teología. Al terminar sus estudios fue ordenado presbítero, el 31 de mayo de 1953, en la iglesia de San Andrés de Murcia por Mons. Ramón Sanahuja y Marcé, Obispo de Cartagena.
Hombre de figura singular, D. Antonio ha dejado una profunda huella de sencillez y humildad por donde ha pasado. Ha hecho de su vida un testimonio de la pobreza evangélica y, a pesar de su inteligencia y su formación, jamás ha hecho ostentación de nada; antes al contrario, nunca ha sido amigo de homenajes ni reconocimientos. Junto a estas cualidades de su personalidad, en Abarán, desde el punto de vista de su actividad sacerdotal, su gran obra es la implantación y fomento de la devoción a la Virgen del Oro, de la que siempre ha sido un enamorado fiel y constante.
Persona cercana, de carácter sencillo, grande como ser humano, como sacerdote y como docente. Amante de la naturaleza y de los rincones más singulares de la sierra del Oro. Fue, hasta su jubilación, profesor de Historia en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia.
Carras | Sábado, 28 de Marzo de 2015 a las 19:18:07 horas
Se nos fué un hombre bueno
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