El murciano Antonio Puerta fue, sin lugar a dudas, el principal protagonista de la corrida de toros celebrada este martes en Abarán, un festejo que no defraudó a los aficionados y que abrió la puerta grande para los tres toreros en liza. El de Cehegín, que sufrió dos percances durante la lidia -por fortuna sin mayores consecuencias-, paseó las dos orejas del tercero de la tarde, y, de forma simbólica, dos orejas y rabo del que cerraba plaza, ‘Historieta’, marcado con el número 56 del hierro de Jandilla, que fue premiado con el indulto.
Al maestro Enrique Ponce, (de grana y oro), le correspondió el primero que apareció por toriles, un animal justo de fuerza al que sacó alguna buena tanda de pases. Su desacierto con el estoque le privó de tocar pelo. Saludos desde el tercio y ovación.
En el segundo de su lote, Ponce arriesgó más y consiguió una variada y estética faena, llevando a su oponente donde quiso y poniendo en escena un amplio repertorio de florituras taurinas que arrancaron los aplausos del tendido. Su acierto a la hora de la verdad le otorgó dos orejas y su billete hacia la puerta grande.
López Simón, (de azul), arrancó su primera intervención de rodillas y derrochó un entusiasmo que pronto se trasladó a los tendidos. Su faena fue cobrando mayor intensidad en cada lance de la lidia, llegando con fuerza al desenlace final. Una estocada algo caída fue suficiente para que paseara dos orejas.
En su segunda intervención no estuvo tan lúcido, sobre todo porque el animal, más bien soso, no se acabó de arrancar y buscó la defensa con la cara alta. Tras una faena sin excesiva brillantez, el de Madrid despachó a la res de una estocada casi entera. Su actuación acabó con el paseo de una oreja.
Puerta: cuatro puntos y una aparatosa voltereta
El murciano Antonio Puerta (de blanco y oro), que volvía a Abarán después del triunfo conseguido el año anterior bajo un intenso diluvio, se presentó en el albero para recibir a ‘Jilgerito’, del hierro de Vegahermosa, un cornúpeto al que recibió con una larga cambiada y al que sacó pases lentos y bien rematados. Mató de una certera estocada. Al término de su faena, que le valió dos apéndices, tuvo que visitar la enfermería de la plaza y recibir cuatro puntos en un dedo de su mano izquierda después de haber sufrido un pequeño percance durante la lidia.
Pero lo mejor llegó al final. La tarde terminó con una gran historia, o, mejor dicho, ‘historieta’, un ejemplar marcado con el número 56 del hierro de Jandilla en cuyo honor sonó el himno de España y que fue premiado con el color naranja del pañuelo de la presidencia para que el noble animal volviese vivo a los corrales. El ejemplar, negro mulato, nacido en septiembre de 2011, retornará a la dehesa de Vejer de la Frontera, en Cádiz, consiguiendo así el beneplácito del que disfrutan los toros bravos.
Gran parte de culpa del destino final para el de Jandilla la tuvo Antonio Puerta. Su oponente en el ruedo había salido con genio y firmeza, y el de Cehegín fue capaz de llevarle embebido hasta su capote, dirigiéndole con gran destreza para que no se despistase. Entró en dos ocasiones al caballo y empujó hasta poner en serias dificultades al varilarguero.
Puerta, que por segunda vez consecutiva hacía el paseíllo en Abarán, y en ambas para salir a hombros, ofreció al respetable un verdadero recital. Estuvo voluntarioso, a pies juntillas, con templanza, bajando la mano pausadamente para llevar al bovino hilvanado a la muleta con elegancia y arte torero.
Sufrió una aparatosa voltereta de la que salió conmocionado y llevando el susto a los tendidos. Por momentos hubo temor. Pero Antonio se rehízo de inmediato, cogió los trastos y siguió con su triunfal faena. Ponce y Simón se interesaron por su estado inmediatamente y le transmitieron ánimos. Y entonces llegó el delirio.
El murciano sacó pecho ante su oponente, aprovechó su movilidad y buena embestida, sobre todo por el pitón derecho. Le citaba de lejos y el toro tomaba el capote una y otra vez, dando mucho juego en una larga faena repleta de intensidad y emoción que acabó como ya saben todos nuestros lectores, con la petición de indulto.
El joven torero se dirigió a cambiar el estoque simulado por el de acero y el público comenzó a agitar los pañuelos intentando dar otro final al festejo.
Mientras, Puerta, agitado ante el clamor popular de indulto, miraba una y otra vez a la presidencia al tiempo que seguía haciendo lo suyo: torear. Fueron varias las nuevas series de muletazos, en una interminable faena que tuvo resolución, con el público ya puesto en pie, cuando el presidente del festejo sacó el pañuelo naranja y el torero se deshizo de la espada para simular con la mano tendida la ejecución de la suerte de matar, paseando después de manera simbólica los máximos trofeos de un animal que sigue los pasos de otro ‘Jandilla’, de nombre ‘Bucanero’, indultado en este mismo coso de Abarán por Miguel Ángel Perera un 27 de septiembre de 2005, y ‘Boliviano’, del hierro de Salvador Domecq, indultado por ‘El Cid’ en 2011.
Al final, los tres espadas y el mayoral de Jandilla salieron a hombros ante el delirio de los aficionados, que tardarán mucho tiempo en olvidar esta gran tarde de toros y un festejo que tampoco olvidará Antonio Puerta, por ser, quizás, su mayor triunfo en una corta pero intensa vida taurina que, esperamos y deseamos, siga completándose con nuevos éxitos durante muchos años.
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