La apuesta de las peñas huertanas locales, que habían definido unas nuevas directrices para la participación -no exentas de cierta polémica, especialmente en lo que a la vestimenta se refería-, contribuyó a marcar un mayor orden y una mejor organización, y el público lo agradeció.
Lo mejor, sin ninguna duda, la carroza con las bellezas de la huerta murciana -con su reina incluida-, que no perdieron la sonrisa ni por un instante y repartieron saludos y simpatía por doquier, sin desmerecer ni un ápice, por supuesto, a la que portaba a la reina y damas infantiles de nuestras fiestas, y al resto de las aportadas por las peñas participantes.
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