
Siete 'acercamientos' a la realidad de Abarán al ritmo de Coppelia
"Al ritmo de Coppelia"
Coppelia es una maravillosa y muy conocida música de un ballet del compositor francés Leo Delibes (1836-1921), y su mazurca es la pieza que utilizamos hace ya mucho tiempo para acompañar las sesiones de los cursos ABARÁN: ACERCAMIENTO A UNA REALIDAD, y es por ello por lo que, de alguna manera, esta música ya es como un símbolo de los mismos.
Al son de esta música han discurrido también las charlas del séptimo curso y parece que esta melodía nos trae buena suerte, pues el balance de esta actividad, clausurada el viernes 29 de marzo, es bastante positivo, tanto por el nivel de las charlas y exposiciones programadas como, sobre todo, por la respuesta tan positiva del público que ha llenado la sala cada noche.
¿Dónde está el secreto de esta respuesta que se viene repitiendo en todas las ediciones de estos cursos? Pues podríamos responder que no está tanto en la valía de los ponentes -que simplemente somos aficionados a rebuscar en nuestra historia-, sino en la manera de acercarse y de divulgar nuestro pasado, que yo calificaría como una visión “amable” de nuestra historia.
Teniendo ante nosotros un público de gentes sencillas que se caracterizan por su interés y amor por las cosas de su pueblo, se trata de mirar hacia atrás en la historia de Abarán, pero sin regodearnos en meter el dedo en aquello que separa, que divide o que enfrenta, sino en lo que une, aglutina y suma. ¿Qué ganamos con rescatar enfrentamientos, rivalidades o luchas que, en ocasiones, han envenenado la convivencia entre vecinos en este rincón del Valle? Demasiados enfrentamientos hay ya en el presente como para también traer a la actualidad los del pasado.
Ese 'hurgar' en los puntos negros del pasado debería guardarse para foros especializados o profesionales de la investigación histórica, pero ese no es nuestro caso. Nosotros rebuscamos entre los papeles de nuestro ayer y divulgamos aquello que nos parece constructivo o curioso, aquello que puede hacer pasar un rato agradable a quienes nos escuchan. Porque, después de un día de trabajo y de preocupaciones, la gente tiene derecho a encontrar un espacio de relajación, de entretenimiento en el que no se produzcan situaciones de tensión o enfrentamiento. Y por ello en estas sesiones se produce entre ponentes y público una sintonía, una empatía en cuanto a la raíz de la participación en estos cursos (el interés y el amor por este pueblo), y a la intención de estas actividades (aprender algo más de nuestra historia pero de una manea distendida y amable); aquí está la clave de la respuesta tan positiva de esta actividad desde su primera edición allá por el año 1994.
Esta visión “amable” de nuestra historia no quiere decir que no conozcamos que muchos de estos temas que se han tratado en sucesivas ediciones no tengan otra cara y no puedan enfocarse desde otro punto de vista, pero nuestra intención siempre ha sido, y seguirá siendo, el extraer lo positivo del ayer y evitar lo negativo, aquello de lo que no podemos extraer ninguna enseñanza constructiva para mejorar nuestra convivencia de hoy.
En todos los temas tratados en este séptimo curso se podría haber hurgado y haber descubierto matices diferentes a los que hemos presentado, tanto en los tiempos de la escuela del maestro Vargas como en el Abarán de principios del siglo XIX o en la historia taurina abaranera o, sobre todo, en la labor de los alcaldes del siglo XX, algunos de los cuales ocuparon el cargo en unos momentos muy complicados de enfrentamientos sociales, en ocasiones sangrientos, sobre lo que el ponente podría haberse explayado resucitando agrias circunstancias, polémicas actuaciones, discutibles decisiones….pero nada más lejos de nuestras intenciones. Lo que se destacó de todos estos alcaldes (nada menos que 34 en un siglo) es el hecho de que todos intentaron hacer lo mejor para su pueblo y a todos les movió el amor por Abarán, cada uno desde su personalidad y su opción política. Y es que la historia no puede ni debe ser utilizada como arma arrojadiza de unos contra otros, aunque esta es una tentación en la que hoy se cae con mucha frecuencia; la historia, y más en el nivel y ámbito en que nos movemos nosotros, debe ser otra cosa y debe servir para estrecharnos más como pueblo.
Lógicamente, esta forma de presentar la historia de un pueblo se puede discutir y discrepar de ella; eso es muy legítimo en una sociedad moderna donde la libertad debe ser bandera irrenunciable, pero es la opción que elegimos desde el principio y es la que hemos ido manteniendo no solo en estos Cursos sino también en otras actividades como la edición de LA NORIA que, durante sus diez años de vida, siempre pretendió presentar una visión constructiva de la realidad abaranera, llamando siempre a la superación de enfrentamientos estériles y a la conjunción de voluntades para conseguir una convivencia mejor.
Es verdad que este mensaje choca muchas veces con la realidad que venimos encontrando en la sociedad en la que vivimos y más en épocas pre o electorales, donde aún se acentúa más la divergencia y el enfrentamiento; no obstante, aunque sea clamar en el desierto, seguiremos manteniendo este espíritu de mirar hacia atrás sin acritud, con espíritu amable y no airado, y de procurar vivir en el presente con armonía y concordia.
Nuestro pueblo no está pasando por su época más gloriosa, es cierto, pero de estos cursos se puede sacar la lección positiva de que aún hay gente, bastante gente, encariñada con el lugar que les vio nacer, gente que quiere saber mejor lo que fue su pasado para vivir mejor el presente y encaminar mejor el futuro.
(José S. Carrasco Molina)
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