Está considerada como la más antigua de cuantas procesiones configuran la Semana Santa abaranera. De hecho ya aparece una mención de ella en un documento fechado en el año 1610.
Las cuatro de la madrugada marca el comienzo del Vía Crucis de esta Procesión de Penitentes. Con la última campanada de esa cuarta hora del Viernes Santo, la puerta de la iglesia se abre. Tres nazarenos con su característico capirote encabezan un desfile que parte desde la iglesia de San Pablo. Uno de esos nazarenos porta un histórico estandarte de la Hermandad de la Flagelación abriendo un cortejo que comienza en la parte más antigua de pueblo y que hará parada en cada una de las zonas que acogieron cementerios: la Solana, la Era, la Ermita…
Considera alma perdida
Durante el recorrido se lee el texto de cada una de las catorce estaciones, se canta una tonadilla y luego se reza un Padre Nuestro y un Ave María. Así hasta completar un recorrido que vuelve al punto de partida para retornar a la misma iglesia de donde partió. Este año, también la lluvia quiso estar presente en este rezo de madrugada.
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