La Semana Santa de Abarán puso este domingo su punto y final con la celebración de la última de sus procesiones, la más corta en recorrido pero la más latente en emociones. En esta ocasión el gris de la mañana no pudo evitar que el negro del luto de la Virgen desapareciera para dar paso a una exaltación de alegría y de colorido al encontrarse con el Cristo Resucitado. Cierto es que se notó una menor ausencia de público en la plaza Vieja, que las hermandades aceleraron el paso ante el presagio de lluvia, y que algunas imágenes se cubrieron con plásticos en ciertos momentos, pero también es cierto que había que intentar despedir esta semana de Pasión sacando a la calle tal manifestación religiosa. Un esfuerzo que hay que agradecer a quienes así lo decidieron y, sobre todo, a quienes acudieron para ser testigos, un año más, de esta escenificación del encuentro entre María y su hijo.
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