Fran, abaranero, jefe de sala de un restaurante de Chicote en Madrid

Recorrió varios bares, pubs y restaurantes tras iniciarse en el desaparecido Pub Tamarindo de su tío José Antonio en su pueblo natal. Desde hace unos años, Francisco José Sánchez Cano (Abarán, 1991) trabaja como encargado de sala en el restaurante Yakitoro, propiedad del conocido cocinero Alberto Chicote, ubicado en Madrid. «Crecí como profesional en los restaurantes Nelson y en Otra historia, ambos en Molina de Segura, y de la mano de la persona más importante de mi vida, Gemma Cacicedo Verdú», admite. Es otro de los jóvenes con talento que trabajan fuera y que llevan con ellos el nombre de Abarán. Hoy es protagonista de la sección 'La Gacetilla' del diario La Verdad a través de una entrevista de Jesús Yelo.

– ¿Cómo llegó a trabajar en un restaurante de Chicote?

– Fue pura casualidad. Una conocida de uno de los encargados de Yakitoro vio mi potencial en mi trabajo anterior y decidió ayudarme hasta conseguir una entrevista con Inma Núñez, la directora, quien confió en mí desde el minuto cero. Y a día de hoy ya han pasado tres años.

– ¿Cuál es su labor allí?

– Actualmente ocupo el puesto de encargado de sala, pero no soy el único. En este restaurante somos necesarios varios encargados para que todo vaya sobre ruedas. Entre todos nos ocupamos del correcto trato al cliente, de la organización de todos los camareros durante los servicios, así como de las gestiones internas administrativas y logísticas.

– ¿Qué cualidades debe reunir un buen encargado de sala?

– Liderazgo, precisión, disciplina, discreción, orden, capacidad de comunicación y, sobre todo, inteligencia emocional, pues si el líder está bien, el equipo también lo estará.

– ¿Qué es lo que más valora un comensal?

– Sobre todo la empatía. Un comensal siempre busca una actitud positiva, la confianza de que estarás ahí en el momento en que te necesite.

– ¿Cuál es la parte más gratificante de ser encargado?

– El trabajo bien hecho. En Yakitoro recibimos muchos clientes a lo largo del día, y cuando terminas un servicio y observas que el cliente y el personal de sala sigue sonriendo, piensas: lo estamos haciendo genial.

– ¿Añora a su pueblo y familia?

– Sí, por supuesto, es mi origen y eso es algo que uno nunca puede olvidar. Allí tengo a toda la gente que me importa de verdad: mi madre, mi abuela, mi abuelo, mis hermanas y mis amigos.

– ¿Un sueño?

– Es un tópico del camarero, pero es real: poder abrir mi propio restaurante algún día.

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