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Antes del coronavirus, Abarán ya supo enfrentarse a la gripe de 1918

José David Molina Templado / Redacción Martes, 19 de Mayo de 2020 Tiempo de lectura:

Al hilo de este extraño tiempo que nos ha tocado vivir con motivo de la pandemia provocada por la Covid-19, el Cronista Oficial de Abarán, José David Molina Templado, ha rescatado de sus archivos algunos apuntes referentes a otra alerta sanitaria, la de la gripe de 1918, que, en lo que a nuestro municipio se refiere, dejó una treintena de muertes en apenas dos meses, siendo la media de edad de las personas fallecidas en torno a los 32 años.

 

Este artículo, de recomendada lectura, recoge como fueron las medidas sanitarias impuestas entonces por las autoridades y como, el propio Ayuntamiento, dicto un bando en el que ordenaba «dividir el pueblo en tres distritos quedando a cargo de cada uno un funcionario municipal», y con él el personal suficiente para inspeccionar «que todas las casas o habitaciones de su distrito, estuvieran constantemente limpias y desinfectadas», o como, a la entrada en la población había «uno o dos empleados de policía permanentemente, encargados de la desinfección de las ropas de cualquier persona que llegue de fuera», además de que «las ropas de los enfermos que se vayan dando de alta por los médicos, serán sometidas a una desinfección en agua hirviendo», o que, tan pronto el médico ordenara el aislamiento de un enfermo en su domicilio, el encargado del Distrito estableciera «una vigilancia rigurosa con la consigna de no dejar entrar ni salir a nadie, fuera de las personas que estén encargadas de su asistencia».

 

 

Panorámica de Abarán en 1918

 

 

LA EPIDEMIA GRIPAL DE 1918 EN ABARAN

 

En septiembre de 1918 Abarán como ya era tradicional se preparaba para vivir sus Fiestas Mayores en honor de San Cosme y San Damián. Para la corrida de toros, festejo sobresaliente desde muchos años atrás, se había contratado a los afamados diestros: Paco Madrid y José Flores Cámara, este último tras su retiro sería apoderado de Manolete hasta su trágicamente muerte en 1947 y posteriormente de toreros de primera línea como El Litri y Julio Aparicio, entre otros. Los seis toros para la lidia vendrían desde Salamanca, ganadería de Matías Sánchez y también se había programado una novillada para el 29 de septiembre donde actuarían los novilleros: Corcito, Andalúz y Rodalito I, con ganado de Cobaleda, también salmantino.

 

Como novedad singular de estas fiestas se había contratado a la Banda de Música del Regimiento de la Princesa con sede en Alicante, aprovechando la amistad existente de su director, Don Marcos Ortíz, con el director de la Banda de Abarán, Don David Templado.

 

Tampoco podían faltar los fuegos artificiales y una buena compañía de zarzuela que actuaría en el único teatro que en este tiempo había en la población.

 

Todo estaba preparado cuando el 17 de Septiembre en el Ayuntamiento se recibía un telegrama del Gobierno Civil dirigido al alcalde con el texto siguiente:

 

«En vista difusión de la epidemia de gripe en España, reúna inmediatamente Junta municipal Sanidad la que acordará las medidas de previsión que correspondan haciendo cumplir con gran energía los acuerdos que adopte para evitar en cuanto sea posible la propagación del mal. Acúseme recibo de este telegrama y téngame al corriente de cuanto ocurra relacionado con el particular».

 

Hasta ese momento en Abarán no parece que hubiera motivo de alarma y por tanto, que hubieran de tomarse medidas excepcionales, por lo que, en consecuencia, la respuesta no debió ir más allá de un “enterado”.

 

El día 23 la gripe se cobró la primera víctima mortal en Abarán. Fue en la calle Moreras (hoy Jesús Carrillo), y el día 28 tendría lugar la segunda. Todo apunta a que se celebraron las fiestas normalmente, quizás envueltas en una leve preocupación que apenas empañara el estado eufórico que suele acompañar estos días a los abaraneros.

 

Los festejos debieron acabar el domingo 29 de Septiembre, desde entonces el número de afectados debió ir en aumento, creando tal estado de preocupación y alarma que a partir del día 12 de Octubre el cura párroco, para evitar contagios, suspendió la parte litúrgica de los entierros y probablemente otros actos piadosos dentro del templo. Los cadáveres irían directamente de la casa mortuoria al cementerio. 

 

Siguiendo instrucciones del Gobierno Civil el Ayuntamiento, con fecha 14 de Octubre, proclamaba el siguiente bando que contenía drásticas medidas de seguridad para evitar posibles contagios:
 

«AL VECINDARIO: Con el propósito de que la gripe no se propague con caracteres malignos como en otras poblaciones, el Ayuntamiento, a propuesta de la Junta de Sanidad y del inspector municipal, ha dictado las disposiciones siguientes:

 

1ª,- Dividir el pueblo en tres distritos quedando a cargo de cada uno un funcionario con el personal suficiente y con facultades omnímodas para inspeccionar las calles, edificios y todo cuanto se relacione con el servicio público sanitario, de acuerdo con las instrucciones del médico del distrito, y ordenar el aislamiento de los enfermos de formas complicadas de gripe, como en casos de enfermedades exóticas o pestilenciales; según ha dispuesto el señor gobernador civil de la provincia en telegrama fecha 11 del corriente, cumplimentando órdenes precisas del Ministerio de la Gobernación y de la inspección general de Sanidad. Dicho funcionario, cuidará que todas las casas o habitaciones de su distrito, estén constantemente limpias y desinfectadas, inspeccionando, para ello, todas las dependencias del edificio.

 

2ª,- A la entrada en la población, habrá uno o dos empleados de policía permanentemente, encargados  de la desinfección de las ropas de los que llegan de fuera. Este personal obligará a los que tienen que ser sometidos a dicha operación, a que la ropa que lleven puesta en el momento de llegar a su casa, la cambien por otra limpia, y aquella la manden inmediatamente al local designado para su desinfección. De los individuos que lleguen enfermos, en el acto, pasarán una nota con sus nombres y domicilios a la oficina de Sanidad establecida en la Casa Consistorial, para que el encargado de ella, dé aviso al del Distrito correspondiente y se puedan tomar las medidas necesarias.

 

3ª,- Las ropas de los enfermos que se vayan dando de alta por los médicos, serán sometidas a una desinfección en agua hirviendo, bien en su caso o en el local que al efecto se ha establecido en la calle de San Damián, casa llamada de la Tía Chota, quedando el cumplimento de este servicio, bajo la inspección de los encargados de distrito.

 

4ª,- Los cafés y establecimientos públicos, y los almacenes donde haya aglomeración de gentes, están obligados a desinfectar sus locales dos veces, por lo menos, al día, empleando el cloruro de cal o el zotal (muy popular en aquellos años y en los posteriores).

 

5ª,- Los carruajes de servicio público, serán desinfectados cada dos días por lo menos, y los que conduzcan viajeros enfermos tienen que efectuar la desinfección inmediatamente de haber prestado el servicio.

 

6ª,- Las casas que no tengan patio o corral donde depositar las basuras, lo harán precisamente en los sitios que tiene marcado el Ayuntamiento con tablillas y antes de las nueve de la mañana, cuyo depósitos serán desinfectados con cal todos los días por los encargados de la limpieza pública.

 

7ª,- La casa donde falleciere o se diere de alta un atacado de gripe de formas complicadas, será desinfectada inmediatamente.

 

8ª,- Tan pronto como el médico de cabecera ordene el aislamiento de un enfermo, el encargado del Distrito establecerá una vigilancia rigurosa con la consigna de no dejar entrar ni salir a nadie, fuera de las personas que estén encargadas de la asistencia.

 

9ª,- El vecino que para cumplimentar estas disposiciones y por su absoluto estado de pobreza necesite auxilio en metálico, ropas, desinfectantes, luz, alimentos; etc., lo solicitará del encargado de la oficina sanitaria que menciona la disposición 2ª.

 

De la sensatez y cordura de este vecindario, espera la Alcaldía no se pondrán dificultades en el cumplimiento de las anteriores disposiciones que redundan en el bien general, pues es preferible sufrir las pequeñas molestias que ellas puedan ocasionar a experimentar los graves perjuicios que ocasionaría la agravación de la epidemia.

 

Además, estas disposiciones sanitarías, habrán de ir modificándose según las circunstancias aconsejen

(Abarán, 14 Octubre 1918. El alcalde accidental, Fidelio Gómez)

 

[Img #31829]

 

En lo que a fallecidos a causa de gripe se refiere, la segunda quincena de octubre fue catastrófica. Entre los días 15 y 31, 23 personas perdieron la vida, llegando a efectuarse hasta 4 entierros el día 31. La situación debió ser horrorosa habida cuenta que en los quince días anteriores con un número de contagiados en constante y acelerado aumento solo se había producido un fallecimiento. Podemos decir que de un día para otro de modo súbito la situación empeoró coincidiendo, de modo casual, con el cambio de quincena. 

 

En los diez primeros días de Noviembre descendió la mortalidad produciéndose 6 defunciones y el resto del mes sólo se añadió una más, el día 30. Las consecuencias mortales de la epidemia habían desaparecido. La gripe había causado un total de 30 defunciones entre los meses de Octubre y Noviembre con una media de edad en torno a los 32 años. Si a estas 30 defunciones gripales añadimos las 24 ocurridas por otras causas alcanzamos 54 muertes en estos dos meses, que contrastan con las 13 producidas en el mismo periodo del año anterior.

 

Para parte de la población la epidemia no era algo nuevo, puesto que había vivido el cólera en 1885 incidiendo de tal manera en las causas de defunción que se alcanzaron 44 muertes en el mes de Julio y abarcó un periodo, entre Junio y Septiembre, superior a la Gripe de 1918.

 

La epidemia gripal coincidió con el final de la Primera Guerra Mundial cuyos efectos económicos afectaron fuertemente a un pueblo en que la exportación de frutas y conservas, ya en aquellos años, era un factor importante.

 

No se puede conocer el número exacto de afectados por la epidemia, puesto que solo existen datos de defunciones, pero debió de ser bastante significativo por las medidas que las autoridades tomaron para su erradicación y por las consecuencias mortales que tuvo.

 

El contagio de la población se achacó a la llegada de los músicos del Regimiento de la Princesa de Alicante en las Fiestas, los cuales se alojaron en distintas casas de la localidad, si bien, anteriormente a su presencia ya se había producido un fallecimiento gripal.

 

Don Luís Carrasco Gómez en un artículo publicado por el periódico “La Verdad Ciezana” de 2 de Noviembre 1918, hacía balance de la situación epidemiológica que se estaba viviendo.  Recogía la encomiable y sacrificada labor de los médicos: Don José Lucas, Don Jesús Templado y Don Joaquín Gómez Garrido, que atendieron a los afectados con encomiable diligencia,  y para ellos pedía un homenaje de reconocimiento por parte del pueblo y una gratificación económica extraordinaria. El citado artículo podría tener total vigencia en la actualidad.

 

La pandemia gripal de 1918 fue la última anterior a la “Covid-19” actual y sus resultados fueron bien distintos. Mientras nuestros antepasados soportaron una mortandad significativa y extraordinaria, nosotros, -toquemos madera- apenas hemos tenido unos casos de leves afecciones. 

 

La enseñanza que deberíamos aprender es que «los adelantos producidos por la medicina no son suficientes para evitar este tipo de adversidades».

 

Abarán. Mayo de 2020

José David Molina Templado

(Cronista Oficial de Abarán)

 

Nota:
Fotos de la época obtenidas de Internet, excepto la panorámica de Abarán (cedida)
.

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