
Infinidad de anécdotas podrían contarse sobre la vida de María Luisa Gómez Gómez ‘de Gálvez’, (Abarán, 1923), cuyo corazón dejó de latir hace escasos días. Mujer con un carácter temperamental. Le gustaba vivir sola desde hace varias décadas tras haber cuidado de sus padres y de su hermana Juana. Varias caídas accidentales en casa en los dos últimos años -en la última de ellas, hace unos meses, tuvo que ser rescatada por efectivos policiales y sanitarios-, propiciaron que uno de sus sobrinos, Rubén Martínez, la convenciera para que se trasladase a vivir con él y su familia a su casa de Murcia.
María Luisa se ganó la vida como modista, una profesión que había dejado ya hace muchos años aunque muchísimas personas la recuerdan como «Una de las mejores. Pocas modistas eran capaces de cortar un traje sin patrones sobre la persona», recuerda su vecina Mari Trini Morte. Su fino trabajo la llevó a trabajar para la famosa firma Cerdán Hermanos, ya desaparecida.
Pero si hay algo por lo que a esta mujer autodidacta siempre se la recordará será por su amor y devoción a San Cosme y San Damián, patronos de Abarán. Gran parte de su vida giró en torno a ellos y en ellos encontró su refugio espiritual. Nadie como ella los conocía mejor. Hiciera calor o frio, fuera verano o invierno, no faltaba a su cita diaria a la iglesia de La Ermita, bien para visitarles, bien para rezarles o incluso para limpiar sus aposentos, dándose el caso de que en una ocasión en la que estaba limpiando encontró la reliquia de los dos hermanos santos.
Su especial sentimiento hacia ellos y su buena relación con los curas, le hicieron acreedora de tener en su poder una llave de la iglesia. Nadie como ella hizo más socios para la Hermandad de los Santos Médicos, alrededor de doscientos, y ella fue quién costeó unos paños bordados en oro que donó a la Hermandad. Prueba de su fidelidad y amor a ellos, fue el homenaje que se le tributó hace un par de años en la propia iglesia de los patronos.
Ella y su perro
Como también recuerda su vecina Mari Trini, con quien solía compartir largas horas de conversación, otra de sus pasiones fue su perro: ‘Rey’, fiel mascota que formó parte de su vida durante muchos años. Ella lo cuidó y lo ‘resucitó’ gracias a los Santos Médicos, porque el animal cayó muy enfermo y María Luisa se encomendó a ellos para que lo salvaran. ‘Rey’, un pastor alemán, fue un regalo de Florentino Gómez (Tinito), otro buen vecino de la calle Dr. Molina.
Este jueves 9 de julio se ofició una misa especial en memoria de María Luisa, una emotiva ceremonia que estuvo presidida por sus santicos médicos en la iglesia de la Ermita. Descanse en paz.
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