
La celebración del Día de la Región de este año tuvo en Abarán una importante repercusión pues sirvió para sacar a la calle vestigios de nuestro pasado, reflejados en vestimentas, muebles, utensilios, labores… que, por unas horas, recrearon un Abarán que ya se fue y que es desconocido para las jóvenes generaciones. Fue una brillante iniciativa de la que se pueden extraer dos lecciones válidas para el presente y el futuro:
La primera es la importancia de la voluntad vecinal, es decir, la fuerza y el empuje de los ciudadanos cuando se lanzan a llevar a cabo una idea o un proyecto. Y en esta ocasión la AECC y las Amas de Casa, arropadas por otras asociaciones y particulares, llevaron el timón de esta iniciativa, contando, eso sí, con el apoyo e infraestructura del Ayuntamiento, pero sin esperar que desde arriba se nos solucione todo. Y allí había mujeres ataviadas apropiadamente cosiendo o haciendo lía o desarrollando otras labores de tiempos pasados, y todo ello de forma altruista y generosa y alegre con la única intención de rescatar del olvido un tiempo, unas labores, unas costumbres ya desaparecidas y, al mismo tiempo, insuflar vida al pueblo durante unas horas. De nuevo la voluntad vecinal en estado puro.
La segunda lección hace referencia no tanto a la actitud que subyacía en este acontecimiento sino al contenido, pues allí se pudieron ver objetos, utensilios, muebles, fotografías…que, por unas horas, configuraron un museo etnográfico al aire libre. Pero lo triste es que fue solo por unas horas, pues, al acabar, todo volvió a sus dueños, dueños que, seguramente, si hubiera en este pueblo un museo adecuado, quizás se decidieran a donar estos utensilios para que pasaran a ser patrimonio de todos y tener así utilidad pública, en primer lugar, como testimonio histórico para las nuevas generaciones de este pueblo y, en segundo lugar, como un medio más de atracción turística pues es raro ya el pueblo en que no hay un museo etnográfico o de otro tipo que mostrar al visitante.
Desde tiempo casi inmemorial algunos venimos solicitando esta infraestructura cultural y turística y hemos de reconocer que se ha avanzado algo con la creación de ese META que alberga el CIMA, en el que se exhiben utensilios de oficios diversos. Pero es algo a todas luces pequeño e insuficiente para lo que podría ser si se dispusiera de un local amplio y en condiciones que albergaría tantos objetos o papeles como aún se guardan en muchas cámaras últimas y que todavía, por suerte, no han acabado en un contenedor para ser trasladados al vertedero. Alguna vez he sugerido un edificio, hoy inutilizado, que por su situación, accesibilidad, extensión, estructura… sería adecuado para ese museo ambicioso que este pueblo se merece. Se trata de la antigua Residencia de Ancianos ‘Santa Teresa”. La idea ya la he lanzado en más de una ocasión pero deben ser los políticos y los técnicos los que estudien su viabilidad tanto arquitectónica como económicamente. Sea ese el lugar o cualquier otro con la amplitud suficiente, vamos jugando contrarreloj pues cada vez son más las casas antiguas que se van vaciando o derrumbando y se va desangrando nuestro patrimonio.
Hace unos días visité el Museo del Esparto de Cieza, una instalación muy bien montada y de gran valor etnográfico y didáctico y, aunque ya tenía constancia de ello, me comentaron que la fila de mazos que se exhibe como la pieza de más valor del museo provenía de una fábrica… de Abarán, además de otros utensilios. Y sentí una combinación de pena, vergüenza y rabia al mismo tiempo por ver cómo en Abarán, donde también hubo una actividad económica importante en torno al esparto, no habíamos sido capaces de conservar ninguna muestra de estas labores y sea el pueblo vecino el que haya recogido lo que nosotros no hemos sabido valorar y conservar.
Es verdad que, entre tantas crisis que estamos viviendo (sanitaria, económica, social…), quizás no sea este un tema prioritario pero es un asunto que alguna vez habrá que acometer pues, como ya he apuntado, el contenedor y el vertedor acechan. Por mi parte y por la otros amantes de la conservación del pasado, estamos recopilando y conservando todo lo que nos llega a las manos proveniente de gentes que tienen sensibilidad por estas cosas y les duele tirarlas. Y así prospectos, carteles, fotos, programas de festejos, libros, periódicos…de épocas lejanas de este pueblo llegan a nuestras manos y los vamos guardando con celo y cariño a la espera de poder mostrarlos en ese gran museo con el que venimos soñando desde hace tiempo y que ojalá muy pronto se haga realidad pues, junto a nuestro río, nuestras norias, nuestra ermita, nuestras costumbres,… será una joya más para mostrar de este pueblo tan rico en patrimonio, tan abundante en recuerdos, tan fecundo en historia.
José S. Carrasco Molina
(Cronista Oficial de la Villa)
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