Sobre el VII Curso Abarán: Acercamiento a una realidad

Yo no he nacido en Abarán, pero digo lo que todos ya sabéis: que soy abaranera y éste es mi pueblo, al que vivo muy intensamente alegrándome de sus cosas buenas y rabiando por las que deben y pueden ser mejoradas.

Acabamos de cerrar un ciclo de conferencias en el que, una vez más, hemos podido escuchar a un grupo afortunadamente incombustible de estudiosos de la historia y el recuerdo del pasado abaraneros: el séptimo curso de “Abarán, acercamiento a una realidad”.

Y, como siempre, han derrochado trabajo para componer sus interesantes charlas, ingenio para exponerlas y ese condimento que las ennoblece que es el amor a su pueblo.

Y hemos visto que es un “grupo”, no una iniciativa individual, ni un hecho aislado en el tiempo, sino, hay que recalcarlo y ensalzarlo, un muro más en una magnifica edificación que se construye desde hace años, por una piña de personas al que une ese interés y ese cariño por esta villa abaranera.

Es un deber y una satisfacción por mi parte y, creo que no me equivoco al decir que por la mayoría de convecinos, estar muy agradecida a ese grupo y a todos los que han colaborado con él, por habernos regalado estos días maravillosos y ese ejemplo de unión y buen hacer, para enseñarnos sabia y amenamente la esencia de lo que hemos sido y de lo que somos.

No es perder el tiempo reavivar el recuerdo y la tradición de nuestro pasado; al contrario, es una necesidad que por desgracia muy frecuentemente se olvida en algunos pueblos y lo pagan muy caro, con el desapego, con la desunión y la falta de personalidad colectiva, así no se iría a ninguna parte. Por fortuna no es nuestro caso, repito.

Ahora, además de agradecerlo, hace falta no olvidarlo; utilizarlo dando un empujón al pueblo, hacia algún sitio bueno, claro, no pal “lejío”).

Y hablando del presente, todos tenemos en la memoria, los mensajes que han lanzado una y otra vez hace poco, relevantes personas del pueblo llamando a rebato para levantarlo de nuevo en las andas de la ilusión. Estamos en primavera, llueva o no, hay que hacer florecer a Abarán a lomos de la ilusión.

Pero podemos escribir y hablar de la ilusión hasta cansarnos y seguir igual de parados si no hacemos algo concreto; si alguien no siembra, si nadie siega, si no se amasa el pan, si no se lleva al horno…Pablito…hoy no comemos.

¿Qué podríamos hacer, entonces? Pues aquí hay algunas modestas ideas, a las que cualquier interesado puede tranquilamente añadir las suyas.
Ya las expuse en otro momento, hace tiempo.

El Consistorio que salga de las próximas elecciones, sea el que sea, gobierno y oposición tiene que dar ejemplo de civismo ante su pueblo discutiendo los problemas que están sobre la mesa con inteligencia, trabajo y educación. Se puede y se debe gobernar respetando a la llamada oposición. Se puede disentir respetando a los que gobiernan, que para eso los ha puesto ahí la mayoría de los ciudadanos.

Es una exigencia ineludible. Si no lo hacen así faltarán a su primera obligación, que es anteponer Abarán a sus intereses personales o partidistas. Eso que quede claro.

Ese Gobierno podría elaborar un plan de “resurrección” del pueblo, al que habría que dar un “nombre”, las cosas que no tienen nombre, no existen. El Consistorio, debería valerse y apoyarse en las personas interesadas en aportar ideas para elaborar ese plan, mejorar la gestión municipal y levantar el ánimo de los ciudadanos, integrándolos en esos proyectos. Sabemos que andamos escasos de fondos, pero no todo es cuestión de dinero: lo que ocurrió con motivo de la celebración del V centenario es un buen ejemplo. Esto es esencial.

Como también lo es la buena información y la divulgación a tope de las iniciativas que se tomen en el marco de ese proyecto de ilusionar y revitalizar Abarán…

Esta es la idea.

Se formará un nuevo Consistorio.

Debería formarse también en paralelo un grupo ciudadano de apoyo al mismo.

Debería hacerse un plan conjunto ilusionante, aprovechando al máximo los medios y el tiempo disponible.

Y… ponernos a trabajar, tampoco es tan difícil.

(Feli Ruiz García)