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Abarán: un pueblo abierto por vacaciones (entre peces de ciudad)

Álvaro Carpena | 4499 Miércoles, 10 de Julio de 2024 Tiempo de lectura:

 

Como expone el sabio y sentencioso refranero, “En julio, el mozo a la acequia o en el pozo”, sin olvidar su carácter agreste, quemando al más valiente. Y es que, prosiguiendo con dicha colección oral de dichos satíricos y sentenciosos provenientes de la experimentada sabiduría popular, “En julio lo normal es que seque el manantial” y que “Por San Fermín, el calor no tenga fin” con el sobreañadido de que por Santiago los calores desemboquen en un mar de sudores. 


Atrás quedan los 21 grados y 16 litros que, recogidos hace exactamente un mes en apenas veinte minutos en Abarán, hoy contrastan con un nuevo aviso, esta vez, por altas temperaturas. 


Algo simular sucedería el 29 de julio de 1876 cuando en el periódico “La Paz de Murcia” y gracias a las mediciones realizadas sobre el tejado del actual Instituto Ingeniero Cascales por el físico Olayo Díaz, este obtuviera 47.8 grados a la sombra frente a una sensación térmica de 65 grados al sol sin que en aquella madrugada el mercurio bajase de los 34. Al efecto y como complemento a dicha jornada, siguiendo la crónica del redactor del periódico “La Verdad” Antonio Botia en su edición digital de 8 de julio de 2018, a la necesidad de abastecer las acequias en evitación de malos olores e invitar al refrigerio, se sumaría la sentenciosa amenaza de excomunión del obispo hacia su ayuda de cámara ante la inicial negativa de extraer su cama al balcón del palacio episcopal.


Y es que, volviendo a nuestra localidad, son días en los que, al tiempo que las calles parecen quedar vacías, un nuevo punto de luz se muestra desde la sierra o zonas de campo sin olvidar quienes se trasladan más allá de la Garita. Pero también son muchos abaraneros de pura cepa quienes regresan a este pueblo con aroma a pueblo en el que bajo el lema “Abarán: la magia del agua” la playa fluvial del Jarral acoge al visitante al tiempo que los descensos por el Segura  muestran rincones inaccesibles a pie de acequia.


Pero también, lejos del agua salada, los de aquí podemos disfrutar de un amplio catálogo de actividades en la piscina municipal que, abarcando desde la iniciación en el medio acuático de bebés hasta el perfeccionamiento de niños, en esta nueva edición contempla como novedad el aquaeróbic.


Junto a la amplia oferta de escuelas de verano en las que los escolares combinan lo educativo con lo lúdico, en un amplio salón como es la biblioteca, bajo la luz natural y sabias recomendaciones de Mari Carmen Carrión, un libro o revista nos elige para acompañarnos en aquellos momentos de la tarde como desafío en  la popular siesta.


¡Qué decir de la centenaria sombra de los eucaliptos del parque municipal y su abrazo aromático en cualquier momento de la jornada! ¿Y de los atardeceres y tertulias nocturnas junto al refrigerio de un templete desde la balconada de la Ermita? También invitan a la vida los paseos matutinos y nocturnos junto a nuestras norias, sin olvidar, reuniones vecinales sobre aquellas aceras que siendo rociadas al amanecer, bajo la luna, servirán para desmembrar la vida de fulanico o menganica.


Tampoco hay que olvidar el trasiego por las tiendas de barrio especializadas en cosméticos, vestido y complementos, carnes, pescados, frutas, verduras y salazones, no siendo complejo encontrar un motivo para adquirir un regalo o ramo de flores para celebrar la vida.


Aguardan en las heladerías un saber y sabor centenario en su trabajada horchata de chufa, granizado de avellana y de limón, esperando en pastelerías autóctonos sabores como antesala a la siesta.


Ante la soledad acompañada, tampoco falta la actividad parroquial o Radio Abarán y Abarán día a día como centinelas de la crónica diaria social de un pueblo que se construye a sí mismo al ritmo de su propia vida y el obligado paso por ferreterías para proveernos de todo tipo de remedios para mosquitos trompeteros que amenazan en orquesta la madrugada. 


Las peluquerías harán más cómodo el calor incluso para calvos, quienes como consolación, usarán el cepillo para hacerse cosquillas en la misma dirección mientras que el cine de verano reúne en el corazón de Abarán el espíritu de un pueblo en cuyo amanecer y a pie de calle, por cada vecino que madruga rejuvenece un comercio.
 

Y es este Abarán: un pueblo abierto por vacaciones entre peces de ciudad.  


Álvaro Carpena Méndez
Presidente del Centro de Estudios Abaraneros

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